La respuesta está en el viento

Palomo/Núñez, De los Reyes, Rodríguez

Novillos de Palomo Linares: muy bien presentados, mansos, difíciles, poderosos y nobles. Rodolfo Núñez: met1saca, estocada trasera tendida y dos descabellos (palmas); media perpendicular (vuelta). Adolfo de los Reyes, de Sevilla, nuevo en esta plaza: pinchazo -aviso- y estocada trasera (silencio); pinchazo, estocada perpendicular desprendida -aviso- y siete descabellos (silencio). Javier Rodríguez, de Valencia, nuevo en esta plaza: bajonazo (ovación); estocada corta, estocada baja y tres descabellos (...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Palomo/Núñez, De los Reyes, Rodríguez

Novillos de Palomo Linares: muy bien presentados, mansos, difíciles, poderosos y nobles. Rodolfo Núñez: met1saca, estocada trasera tendida y dos descabellos (palmas); media perpendicular (vuelta). Adolfo de los Reyes, de Sevilla, nuevo en esta plaza: pinchazo -aviso- y estocada trasera (silencio); pinchazo, estocada perpendicular desprendida -aviso- y siete descabellos (silencio). Javier Rodríguez, de Valencia, nuevo en esta plaza: bajonazo (ovación); estocada corta, estocada baja y tres descabellos (silencio)

Plaza de Las Ventas, 24 de abril. Casi media entrada

El gélido aire serrano, que aumentó la difícil catadura de los bicornes así como sus ariscas embestidas de mansos, se convirtió en máximo protagonista de la tarde, pese a no estar anunciado. Remedando la legendaria canción de Dylan, la respuesta está en el viento, si se quiere saber por qué tres coletudos tan cortos de arcanos, debido a su aún escasa experiencia, como largos de testosterona no alcanzaron la gloria del éxito venteño.Y es que Palomo envió un encierro manso pero no descastado; es decir con problemas y dificultades, aunque noblote. El primero casi escapa por la calle de Alcalá en un descuido del subalterno Antonio González, que cubría en ese momento la salida del ruedo de penco y varilarguero por la entonces abierta puerta de Madrid. El segundo saltó al callejón nada más aparecer en la arena. Fueron dos apuntes de esa mansedumbre que mostraron en diversos grados.

El espigadísimo Rodolfo Núñez sí rozó la gloria en su segundo morlaco, al que supo diquelar a la perfección. A base de no quitarle jamás la pañosa del hocico y de someter sus arreones en un rodal, logró prender su escaso celo y evitó su tendencia a huir hacia los efluviosos aromas de chiqueros. La cabeza superlúcida de Núñez produjo el sortilegio, y después, su mano de seda extrajo tandas de naturales larguísimos, pura esencia de canela y terciopelo. Los acompañó de redondos y magníficos pases de pecho y dejó una estela de enorme interés ante la cátedra venteña. Ya en el que abrió plaza lo había intentado, sin conseguirlo.

Quite por delantales

Por buen camino iba Javier Rodríguez con el tercero, tras lucirse en un quite por delantales y chicuelinas, y mostrar un corte rinconiano: distancia, muleta planchá y por delante y temple. Pero el reservón novillo se paró y la porfía valentona del diestro sólo le sirvió para ser volteado sin consecuencias. También se llevó una tremebunda tanganilla del sexto, de similar condición.

Adolfo de los Reyes navegó entre el calamocheo del incierto segundo, una devanadera con astas que a punto estuvo de cornearle varias de las muchas veces en el que el aire le dejó a su merced. El sevillano, más soso con el quinto, quizás esté un poco verde para el examen de Las Ventas con tales enemigos, pero derrochó bizarría a tope.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En