Amigos, canciones...

En estos tiempos difíciles -en los que tantos amigos, libros y canciones se necesitan- estuvo fetén esta fiesta, en la víspera de San Libro.Arrancó Manuel Illán, solista de nuevos bríos y -mal que le suene- cantautor moderno. Este calificativo se apoya en el talante reflexivo de las letras de su último disco, Resistiré, que muestra la intención de cuestionarse cosas. Tras él, otro Manolo. Éste apellidado Tena. Seguro y orgulloso del lugar que ocupa, al solista del momento se le torcía algo la sonrisa, por la ironía de encandilar con los viejos temas de Alarma. Otro 33% de Alarma, el gui...

En estos tiempos difíciles -en los que tantos amigos, libros y canciones se necesitan- estuvo fetén esta fiesta, en la víspera de San Libro.Arrancó Manuel Illán, solista de nuevos bríos y -mal que le suene- cantautor moderno. Este calificativo se apoya en el talante reflexivo de las letras de su último disco, Resistiré, que muestra la intención de cuestionarse cosas. Tras él, otro Manolo. Éste apellidado Tena. Seguro y orgulloso del lugar que ocupa, al solista del momento se le torcía algo la sonrisa, por la ironía de encandilar con los viejos temas de Alarma. Otro 33% de Alarma, el guitarrista Jaime Asúa subió al escenario. Éste, al frente de sus Gran Jefe, supuso una de las gratas sorpresas de la noche.

Tras ellos, la intensidad dejó de ser eléctrica y pasó a ser poética, de la mano de Pablo Milanés, con un repaso de su último Orígenes y un vistazo al pasado.

De vuelta a la marcha, Los Especialistas dieron, paradójicamente, la nota más caribeña de la noche. Estos maños rinden sentido homenaje al merengue y a otros ritmos de idéntico pelaje. Y, de postre, Antonio Vega. Con él sucede lo que con Curro Romero: o se es veguista, o no se es. Madrid ficha como tal y espera ansiosa cada aparición del chico pálido de exultante sensibilidad.