Más altos, más guapos y más sanos

La talla media de los nuevos españoles es igual a la del resto de los europeos, norteamericanos o canadienses

Ha pasado ya a la historia el prototipo del español bajito y moreno que en las películas de los años sesenta intentaba ligar con las suecas que acudían a las playas mediterráneas españolas. Los nuevos españoles son tan altos como el resto de los europeos, norteamericanos, canadienses o australianos. Para comprobarlo basta echar un vistazo a las nuevas generaciones de jóvenes y adolescentes. Pero, además, este hecho es refrendado por estudios médicos que constatan el favorable cambio sufrido en este sentido en los últimos 15 años.Las mejores condiciones de vida en cuanto a alimentación, ...

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Ha pasado ya a la historia el prototipo del español bajito y moreno que en las películas de los años sesenta intentaba ligar con las suecas que acudían a las playas mediterráneas españolas. Los nuevos españoles son tan altos como el resto de los europeos, norteamericanos, canadienses o australianos. Para comprobarlo basta echar un vistazo a las nuevas generaciones de jóvenes y adolescentes. Pero, además, este hecho es refrendado por estudios médicos que constatan el favorable cambio sufrido en este sentido en los últimos 15 años.Las mejores condiciones de vida en cuanto a alimentación, salubridad y cuidados médicos han contribuido decisivamente a que el español actual no sólo sea más alto, sino también que tenga mejor aspecto y preste más atención a su salud. Actualmente, la altura media del varón se sitúa en 1,74 metros, y la de la mujer, en 1,62.

Según el doctor Basilio Moreno Esteban, jefe clínico de endocrinología del hospital Gregorio Marañón de Madrid y autor de un estudio sobre la talla de los españoles, este espectacular aumento de estatura en los últimos siglos se debe a "una mejora en la alimentación, una mayor higiene personal, un descenso de las enfermedades infecciosas y los avances de la medicina".

El factor genético

Como indica este especialista, la precaria situación socioeconómica en las postrimerías de la guerra civil de 1936 determinó una talla más baja en los españoles. "Sin olvidar el factor genético, que es fundamental, la alimentación desempeña un papel primordial en el desarrollo y crecimiento. Una dieta deficitaria, como la de la posguerra, incide negativamente. Pero hay que tener en cuenta que no crece más quien más o mejor come, aunque sí crece menos quien come mal. Es decir, que si un niño está determinado genéticamente para medir 1,80 en la edad adulta, no va a medir más por alimentarse bien, pero si medirá menos si se alimenta deficientemente.

Además el progreso de la medicina y una mejor educación sanitaria ayudan a las nuevas generaciones a irse aproximando a los cánones de Venus o Apolo. Como dice el endocrinólogo del Gregorio Marañón, "ahora se respeta rigurosamente la vacunación infantil y ya no se ven secuelas de enfermedades como la polio, se colocan ortodoncias para conseguir una correcta dentadura y es frecuente recurrir a la cirugía plástica para corregir defectos".

El estudio realizado a finales de los ochenta por Moreno Esteban entre 5.940 escolares de ambos sexos, en edades comprendidas entre 4 y 18 años y pertenecientes a colegios de alto, medio y bajo nivel social, reveló una talla media más elevada en los niños de clases acomodadas. Esta diferencia de estatura, salvo por el mismo motivo, no se observó cuando se comparaba el medio urbano con el rural. Tampoco se vieron diversidades por autonomías.

Respecto a las diferencias halladas ahora en los jóvenes españoles que acaban de ser tallados para el servicio militar, Moreno Esteban asegura que no son estadísticamente significativas. "Si los navarros, vascos o catalanes", advierte, "parecen ser más altos que los extremeños, andaluces o gallegos, la diferencia no supera como media el centímetro, dato que carece de todo valor estadístico. Hay que tener en cuenta que los movimientos migratorios producidos en nuestro país en las últimas décadas han provocado diferentes mezclas. Por poner dos ejemplos muy comunes, todos sabemos que en Cataluña hay una importante colonia de andaluces y que Madrid es un mosaico que acoge a personas de toda España".

Tras varias generaciones de españoles más bajitos que los franceses, los británicos o los norteamericanos, la estatura media de los niños y jóvenes españoles de hoy es equiparable a la del resto de los países occidentales. Sólo por razones puramente étnicas son un poco más altos los suecos, daneses, noruegos o finlandeses.

Para Moreno Esteban, los factores que influyen en el crecimiento se agrupan en dos grandes apartados: los intrauterinos y los extrauterinos. Entre los primeros están los genes heredados de los padres y los propios del feto, la temperatura del claustro materno y la alimentación que el futuro ser recibe por la placenta. Entre los segundos se encuentra la dieta, el cariño que el niño reciba desde el nacimiento, las enfermedades que padezca, sobre todo en el primer año de, vida, y otros hábitos, como la práctica o no de ejercicio y las alteraciones del sueño.

La carga genética es determinante. Un hijo de padres altos tiene muchas posibilidades de, serlo él también. Ahora bien, así como los caracteres oscuros de los ojos, la piel y el pelo generalmente dominan sobre los claros en la descendencia, en cuanto a la estatura no existe un predominio de la talla alta sobre la baja. No se sabe si un hijo de padre alto y madre baja heredará la estatura paterna o materna o alcanzará una intermedia. Del mismo modo, tampoco es taxativo que una talla baja o alta en la infancia determine una estatura de las mismas características en la edad adulta, ya que pueden interferir distintos. factores que alteren el crecimiento.

"La talla final", señala Moreno Esteban, "se alcanza cuando se cierran los cartílagos de conjunción que unen las extremidades de los huesos, que suele coincidir con la pubertad y que no se da a la misma edad en el hombre y en la mujer.

¡Quiéreme mucho!

Si es indiscutible la importancia de una adecuada alimentación en el proceso de crecimiento, los especialistas médicos tampoco ponen en duda la influencia que en él tiene el equilibrio afectivo.La hormona del crecimiento (GH) es especialmente sensible a las manifestaciones de cariño. Se trata de una sustancia que se forma y se segrega en la hipófisis (glándula alojada en la base del cerebro) según las reacciones de otras dos hormonas del hipotálamo (parte superior de la hipófisis). Estas dos hormonas hipotalámicas que controlan la secreción de GH son sustancias estimuladora (GRH), e inhibidora (somastatina).

Está científicamente demostrado que en los niños con graves carencias afectivas predomina la secreción de somastatina y por tanto, la GRH actúa en mucha menos cantidad. Esta alteración del equilibrio hormonal condiciona una talla más baja.

En palabras de Basilio Moreno Esteban, jefe clínico de endocrinología del hospital Gregorio Marañón de Madrid, los niños que crecen en ambientes hostiles, con una gran conflictividad familiar, tienden a ser más bajos.

"Este tipo de observaciones", añade Moreno Esteban, "empiezan a encontrarse en algunos hijos de padres divorciados, que acusan dolorosamente la separación de sus padres y se sienten menos queridos".

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