Crítica:ROCK

Terapia de choque

Esta terapia tiene más que ver con el lacerante electroshock, que con el suave tratamiento a base de fármacos. Distanciándose un tanto de los resultados o menos pop de sus tres elepés hasta la fecha, el trío irlandés que tanto le gusta a Winona -¡qué nombrecito!- Ryder y que tan de moda se ha puesto resulta, en directo, una planta embotelladora de veneno sonoro en turno de noche y a pleno rendimiento. ¿Cómo es posible que tres seres humanos puedan armar tanto ruido, con el único concurso de guitarra-bajo-batería? Habrá que preguntárselo a Andrew Cairns, un híbrido de Jack Palance y por...

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Esta terapia tiene más que ver con el lacerante electroshock, que con el suave tratamiento a base de fármacos. Distanciándose un tanto de los resultados o menos pop de sus tres elepés hasta la fecha, el trío irlandés que tanto le gusta a Winona -¡qué nombrecito!- Ryder y que tan de moda se ha puesto resulta, en directo, una planta embotelladora de veneno sonoro en turno de noche y a pleno rendimiento. ¿Cómo es posible que tres seres humanos puedan armar tanto ruido, con el único concurso de guitarra-bajo-batería? Habrá que preguntárselo a Andrew Cairns, un híbrido de Jack Palance y portero de discoteca, que es quien comanda esta nave de la desesperación sónica, a base de tremendos guitarrazos y actitud punkarra.

Therapy?

Andrew Caims (guitarra y voces), Fyfe Ewing (batería) y Michael McKeegan (bajo). The Revolver Club, jueves 7 de abril. 2.000 pesetas.

Mientras tanto, los cuerpos de los jovencísimos fans, del grupo se auto-vomitan. una y otra vez desde el escenario, a los compases de canciones como Nowhere, Isolated, Femtex, Autosurgery, Screamager, Nausea o el revelador Potatojunkie ("James Joyce is fucking my sister"). El bajo y la batería procuran no quedarse atrás y van marcando secuencias destinadas a hundirte el plexo solar. Es música que impresiona, vaya.

Lírica punki

Por poner alguna pega, seguimos echando en falta la lírica que tuvieron las primeras bandas punkis, pero mucho nos tememos que no está el horno para bollería fina. Alguien nos apunta: "Es el signo de los tiempos". OK .Dejemos que la energía tome preponderancia sobre las melo-, días. Para baladas ya están los U2 o Van Morrison, que también son irlandeses. Seguramente, la rebelión sónica de los años noventa -en el caso de que la haya- encuentra en Therapy? un estandarte y, en las nuevas hornadas de chavales, la tropa de desheredados ideal para engrosar sus filas de combatientes. Normal. Tanta discoteca cansa. Lo único que nos decepciona es que pensábamos que la señorita Winona era tan frágil y delicada como parecia. Pero qué va.

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