Editorial:

España y Marruecos

LA COOPERACIÓN entre Marruecos y España se desarrolla en un ámbito extenso y en un clima amistoso desde hace mucho tiempo. Es cierto que, aproximadamente una vez al año, el debate en la ONU sobre los preparativos para el referéndum de autodeterminación en el Sáhara occidental provoca ciertas tensiones entre nuestros países: Rabat desearía que España apoyase su posición. Pero eso significaría abandonar la actitud de principio adoptada en su día: nuestra cesión de soberanía se hizo en favor del pueblo saharaui, que debe manifestarla mediante un referéndum de autodeterminación. De aquí surge un p...

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LA COOPERACIÓN entre Marruecos y España se desarrolla en un ámbito extenso y en un clima amistoso desde hace mucho tiempo. Es cierto que, aproximadamente una vez al año, el debate en la ONU sobre los preparativos para el referéndum de autodeterminación en el Sáhara occidental provoca ciertas tensiones entre nuestros países: Rabat desearía que España apoyase su posición. Pero eso significaría abandonar la actitud de principio adoptada en su día: nuestra cesión de soberanía se hizo en favor del pueblo saharaui, que debe manifestarla mediante un referéndum de autodeterminación. De aquí surge un punto de discrepancia, si bien nunca ha impedido nuestra cooperación. No hay motivo para que ocurra otra cosa este año.En esta situación sería absurdo por nuestra parte suscitar a destiempo temas o conflictos, de cuya existencia somos conscientes tanto los españoles como los marroquíes, pero que a ambos países nos interesa dejar que maduren en la sombra. En ese sentido, resulta especialmente inoportuna la insistencia de algunos senadores del Partido Popular respecto a la inmediata puesta en marcha en Ceuta y Melilla de estatutos de autonomía similares a los de las comunidades de la Península. La relación de ambas ciudades con el Estado es satisfactoria en este momento, y no se ve la urgencia de complicar esa relación con nuevos órganos administrativos; menos aún cuando éstos pueden dividir a la población sobre el alcance de la autonomía y envenenar, de paso, las relaciones con Marruecos.

Esa insistencia del PP ha sido, entre otras, la causa de que haya rebrotado en Marruecos la polémica tradicional sobre Ceuta y Melilla, en la que, como siempre, el protagonismo ha sido asumido por el partido nacionalista Istiqlal y los comunistas del periódico Al Bahan. En ese clima, el rey Hassan II, en su discurso del trono, volvió sobre el tema, repitiendo los argumentos que ya ha empleado en numerosas ocasiones. ¿Convendría al Gobierno español, como pide el senador del PP José Luis Morales, lanzarse a una polémica a fondo sobre Ceuta y Melilla para responder a Hassan II? Para nada. Y cabe esperar que la visita de Aznar al reino alauí le ayude a dar a su partido una visión más sensata del problema.

El punto más interesante del tratamiento que hace Hassan II del tema de Ceuta y Melilla es su propuesta, que ya formuló hace 10 años, de crear una "célula de reflexión" que pudiese estudiar y preparar soluciones imaginativas a largo plazo. El término mismo de célula de reflexión descarta la idea de un debate público; sugiere que un grupo de personas especializadas se reúnan para intercambiar ideas, contrastar posiciones, elaborar hipótesis con enfoques diversos, que puedan desbrozar un problema sumamente complejo, y en el cual existen posturas muy diversas.

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Es lógico que el Gobierno español no pueda hoy aceptar sin más la idea que ha sido adelantada por Hassan II. Sin embargo, tampoco sería inteligente descartarla de manera rotunda. Sin abandonar ninguna de sus posiciones, España debería admitir que el problema de Ceuta y Melilla forma parte de un complejo ligado a la seguridad de la región, y obviamente al problema de Gibraltar, como lo reconoció Hassan II en varias ocasiones.

En todo caso, un país como España no puede descansar para su política exterior en un statu quo eterno. Un estudio de las posibles evoluciones debe ser objeto de nuestra preocupación. Y tendría efectos muy positivos que tal estudio pudiese hacerse conjuntamente con Marruecos.

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