Tribuna:

Cuidado con Andalucía

En diciembre de 1979, una vez aprobados los estatutos vasco y catalán y tramitado parlamentariamente el entonces devaluado estatuto gallego, UCD decidió reconducir el proceso autonómico para todas las demás regiones por. la vía del artículo 143 de la Constitución. En ese momento, en numerosos pueblos de Andalucía aparecieron pintadas, en las paredes en las que se lanzaba una advertencia al entonces presidente del Gobierno, que rezaba así: "Suárez: ten cuidado con Andalucía". EL PAÍS publicó la fotografía de una de ellas.Quince años más tarde, en Andalucía no hay pintadas similare...

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En diciembre de 1979, una vez aprobados los estatutos vasco y catalán y tramitado parlamentariamente el entonces devaluado estatuto gallego, UCD decidió reconducir el proceso autonómico para todas las demás regiones por. la vía del artículo 143 de la Constitución. En ese momento, en numerosos pueblos de Andalucía aparecieron pintadas, en las paredes en las que se lanzaba una advertencia al entonces presidente del Gobierno, que rezaba así: "Suárez: ten cuidado con Andalucía". EL PAÍS publicó la fotografía de una de ellas.Quince años más tarde, en Andalucía no hay pintadas similares en las paredes, pero están en el aire. El mensaje es el mismo: "Felipe: ten cuidado con Andalucía". Si el PSOE no atiende la advertencia, el resultado será, si no el mismo que tuvo la UCD, sí muy parecido.

Y es que las próximas elecciones andaluzas no se van a parecer en nada a las tres celebradas en la década pasada. Estas elecciones políticamente son el equivalente del referéndum del 28 de febrero de 1980. Lo que Andalucía va a decidir este año es lo mismo que decidió hace 15: si la política autonómica del Gobierno es una política parcial y tiene que ser, por tanto, rechazada, o si, por el contrario, es una política general de construcción del Estado democrático digna de un Gobierno de la Nación española, con mayúscula, como figura en el artículo 2 de la Constitución.

Esto es lo que se va a decidir en Andalucía, y esto es lo que va a determinar el resultado electoral. No es la gestión de la Junta de Andalucía lo que está en juego. Si sólo se tratara de eso, las elecciones para el PSOE serían un paseo. El problema de estas elecciones no es el Gobierno de Andalucía, sino el Gobierno de la nación.

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Y es así porque si Andalucía jurídicamente es una de las 17 comunidades autónomas del Estado, políticamente es algo más. Andalucía políticamente es Castilla. Andalucía no es periferia, Andalucía es centro. Y porque Andalucía es Castilla sin serlo, porque es centro sin ser Madrid, es por lo que España existe como unidad política.

Castilla sola no hubiera podido soportar las tendencias centrífugas que se han manifestado en la historia de España de los últimos siglos. Andalucía aparece en todos los recodos históricos que han conducido a la unidad de España y a su mantenimiento como tal. Es la única región española con, peso suficiente para incidir autónomamente en esa dirección.

Por eso los nacionalismos y regionalismos tienen tan difícil arraigo en la región. Andalucía no quiere ser excepción. Andalucía quiere ser la norma política del Estado. El hecho diferencial andaluz es la unidad política de España.

Y por eso, cuando Andalucía desautoriza una política de Estado perseguida por el Gobierno de la nación, esa desautorización va a misa y tiene unas consecuencias políticas terribles. El partido político que ocupa el Gobierno pierde toda legitimidad para hablar en nombre de la nación española y para dirigir el Estado. No hay partido nacional español que pueda resistir un golpe de esta naturaleza.

Es lo que ocurrió al centro-derecha español en 1980. El dos de mayo que protagonizó Andalucía frente a lo que entendía que era una política parcial en la construcción del Estado deslegitimó de tal manera a esa opción política que todavía no se ha recuperado por completo. Ahí es donde está la clave de todos los resultados electorales de los ochenta y también de los del 6 de junio. Fue en Andalucía donde el PP perdió las últimas elecciones. El centro-derecha español todavía no ha conseguido levantar la hipoteca del 28-F. La ha levantado en el resto del Estado, pero no en Andalucía.

Y esto es lo que puede ocurrirle al PSOE en las próximas elecciones autonómicas. Si Andalucía entiende que la política autonómica del Gobierno de la nación es una política parcial, el castigo para el centro-izquierda español va a ser similar al que tuvo el centro-derecha hace 15 años. En este terreno Andalucía no se casa con nadie.

Tal como se están desarrollando los acontecimientos vamos en esa dirección. Ha sido CiU la que ha puesto en circulación la expresión "giro autonómico", y dicha expresión ha calado. Ahí están los medios de comunicación.

Si el Gobierno de la nación no es capaz de explicar que la política autonómica no es una política de cesión ante Cataluña y el País Vasco, sino que es una política de consolidación democrática del Estado, que exige la integración del nacionalismo catalán y vasco en el sistema político español, el PSOE no va a ganar las elecciones en Andalucía.

Esto es algo que el Gobierno de la nación debería tener claro. Para definir la política autonómica del Estado es evidente que son necesarias muchas reuniones negociadoras entre el Gobierno de la nación y el Gobierno de la Generalitat y, si es posible, con el vasco y con el PNV, y que tales reuniones negociadoras tienen que hacerse con discreción, porque, de lo contrario, no sirven para nada.

Pero tales reuniones, siendo condición necesaria, no son condición suficiente para que el Gobierno de la nación pueda definir su política autonómica. Esa política tiene que ser convalidada como política general para el conjunto del Estado. Y eso no puede hacerse si Andalucía no dice que sí.

Andalucía es la que convierte la excepción en norma. De la misma manera que en 1980 impuso la interpretación homogeneizadora de la Constitución y la plena territorialización del Estado, transformando lo que era una excepción nacionalista en la norma de la estructura del Estado, así lo va a hacer también en 1994.

Si no se le explica coherentemente la política territorial de tal manera que pueda entenderla, Andalucía no la va a apoyar. Y si Andalucía no la apoya, no tiene posibilidad ninguna de prosperar. Entre otras cosas, porque el Gobierno de la nación va a quedar deslegitimado para dirigir el Estado.

Esto es algo que el PSOE no debería perder de vista. La Política autonómica del Estado español no se va a definir ni en Cataluña ni en el País Vasco. La política territorial hay que pactarla con el nacionalismo catalán y vasco. Pero, una vez que se ha pactado, hay que convencer al país de que esa política es buena no sólo para Cataluña y el País Vasco, sino para todo el Estado. Esto es lo que tiene que hacer el Gobierno en las próximas elecciones andaluzas. Si no lo hace, los pactos que cierre no van a valer para nada, porque no los va a poder cumplir. Ya le pasó a UCD al comienzo de la transición.

Las próximas elecciones andaluzas no son, por tanto, unas elecciones autonómicas más. Son unas elecciones nacionales que se van a decidir sobre el tema de más envergadura que puede plantearse en una consulta electoral: la estructura del Estado.

Por eso, de sus resultados va a depender tanto la continuidad o no del Gobierno de la nación como el avance o el parón en la construcción del Estado de las autonomías.

Éstos son los términos en que el problema está planteado. Tengo la impresión de que no está siendo entendido así. El despertar puede ser terrible.

es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.

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