Crítica:FLAMENCO

Angel con duende

Lo de Diego Carrasco fue un puro gozo. Quita tinieblas a lo jondo, hace diabluras con los ritmos y convierte sus conciertos en una fiesta. Él es el primero en divertirse con lo que hace, y con el toque de Moraíto Chico -¡cómo suena esa guitarra; que profundidad de toque en las siguiriyas que hizo en solitario!-, y con las percusiones de Tino Di Geraldo y Chícharo, y con el cante de Juañares; si el flamencos comunión antes que nada, Diego Carrasco la transmite en bandeja a un público que se entrega desde el primer minuto, vive la fiesta con él, la jalea y la baila y participa como si estuviera ...

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Lo de Diego Carrasco fue un puro gozo. Quita tinieblas a lo jondo, hace diabluras con los ritmos y convierte sus conciertos en una fiesta. Él es el primero en divertirse con lo que hace, y con el toque de Moraíto Chico -¡cómo suena esa guitarra; que profundidad de toque en las siguiriyas que hizo en solitario!-, y con las percusiones de Tino Di Geraldo y Chícharo, y con el cante de Juañares; si el flamencos comunión antes que nada, Diego Carrasco la transmite en bandeja a un público que se entrega desde el primer minuto, vive la fiesta con él, la jalea y la baila y participa como si estuviera en el mismo secreto.El secreto de Diego Carrasco parece muy simple, y sin embargo está abriendo caminos hacia un nuevo flamenco. Nuevo y viejo, porque él, que pertenece a una de las grandes familias del flamenco de Jerez, viene de lo más puro, de lo más añejo. Con el nombre de El Tate inició su carrera profesional como guitarrista, y acompañó en discos el cante de venerables ancianos como Tía Anica la Piriñaca o El Borrico de Jerez.

Diego Carrasco

Diego Carrasco (cante), Juañares (cante), Moraíto Chico (guitarra), Tino Di Geraldo (percusión), Chícharo (percusión). Revólver Club. Madrid, 27 de enero.

Distinto

De pronto comenzó a hacer sus propios discos y ya todo era distinto. Sacó en ellos su voz, que es hermosa, grave y profunda, lo que en flamenco se llama afillá, y se reveló como personalísimo cantaor; la emplea a su aire, como hace todo lo suyo, pues es un convencido de que desde Juan Talega acá nadie sabe cantar.Todo esto, con ser tan nuevo, lo hace Diego Carrasco sin desviarse de la ortodoxia pura, pero no dura, pues con él deja de serlo. Lo suyo es casi siempre de una elementalidad desconcertante. Toma, por ejemplo, una cancioncilla infantil -el Toma que toma, pastillas de goma, o Ya no va la niña por agua a la fuente- le mete su soniquete y la convierte en una creación preñada de flamencura, de frescor, de duende. Y de ángel, sobre todo de ángel.

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