Crítica:ROCK

Ruido coherente

Durante la década de los ochenta, Anthrax ocupaba plaza entre los llamados cuatro grandes de la primera generación del thrash, derivación especialmente contundente del heavy metal. Aquella clasificación periodística ha perdido vigencia, y cada uno de los miembros del hipotético club ha ido adoptando un camino propio e incluso sirven de faro a las nuevas hornadas del ruido.En realidad, Anthrax era casi desde su salida un símbolo frente a lo establecido, con su actitud e imagen desenfadadas y carentes de pretensión. Proponían descaro en sus versiones del punki, entonc...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Durante la década de los ochenta, Anthrax ocupaba plaza entre los llamados cuatro grandes de la primera generación del thrash, derivación especialmente contundente del heavy metal. Aquella clasificación periodística ha perdido vigencia, y cada uno de los miembros del hipotético club ha ido adoptando un camino propio e incluso sirven de faro a las nuevas hornadas del ruido.En realidad, Anthrax era casi desde su salida un símbolo frente a lo establecido, con su actitud e imagen desenfadadas y carentes de pretensión. Proponían descaro en sus versiones del punki, entonces un género todavía mal visto en el entorno del rock duro. En su loable afán por destrozar ideas preconcebidas, la banda neoyorquina se aproximó al rap y mantuvo una gira compartida con Public Enemy, grupo azotador de la conciencia racial. Fue en ese punto de su trayectoria, ya plena su consagración, cuando explotaron las divergencias con el vocalista Joey Belladonna, que salió por la puerta falsa en 1992.

Anthrax

John Bush (voz), Scott Jan (guitarra), Dan Spitz (guitarra), Frank Bello (bajo), Charlie Benante (batería). Sala Canciller II. Entrada: 1.200 espectadores. Precio: 2.500 pesetas. Madrid, 10 de diciembre.

En la etapa estrenada, Anthrax ha firmado un excelente trabajo en Sound of white noise, un repleto muestrario de riffs sin descanso. La voz de John Bush, el nuevo hombre de la voz, encaja a la perfección. Y en directo convenció plenamente a una audiencia que, contra pronóstico, no llenó el local. En su primera visita como cabecera de cartel, el quinteto norteamericano aportó las dotes que se le suponen: sonido pétreo y denso, gran disposición escénica y un cantante californiano competente en lo vocal y fogoso en la entrega, que culminó su actuación con una zambullida popular desde las alturas del equipo de sonido.

En el repertorio, las interpretaciones se decantaron hacia los títulos del nuevo álbum, pero la mirada al pasado recordó Caught in a mosh, Indians, Keep in the family, o el homenaje a la veteranía y paisanaje de Kiss en Parasite. Anthrax protagonizó una noche de estrépito a plena satisfacción de la concurrencia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En