Entrevista:

"Todo gran arquitecto se cree Dios"

Philip Johnson, de 86 años, es un compendio de la historia de la arquitectura moderna. El autor de, entre otros proyectos, las torres de KIO, en Madrid, considera que la arquitectura en general atraviesa un mal momento económico -no se conoce una depresión semejante desde los años treinta-, pero que artísticamente es un momento muy interesante.

, A despecho de su aspecto sucinto, Philip Johnson -86 años es el gran buda de la arquitectura norteamericana. Temido y criticado, odiado por muchos como respuesta a su poder y su mordacidad, venteado como homosexual, envidiado por su puesto est...

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Philip Johnson, de 86 años, es un compendio de la historia de la arquitectura moderna. El autor de, entre otros proyectos, las torres de KIO, en Madrid, considera que la arquitectura en general atraviesa un mal momento económico -no se conoce una depresión semejante desde los años treinta-, pero que artísticamente es un momento muy interesante.

, A despecho de su aspecto sucinto, Philip Johnson -86 años es el gran buda de la arquitectura norteamericana. Temido y criticado, odiado por muchos como respuesta a su poder y su mordacidad, venteado como homosexual, envidiado por su puesto estelar a partir de la magnitud de sus proyectos (el Tenroil Place, en Houston; el edificio AT & T, en Nueva York; o el PPG, en Pittsburgh) y de sus ingresos durante décadas, Johnson es además un compendio de la historia de la arquitectura moderna. Por su mediación, cuando tenía 24 años y ya era director del departamento de arquitectura del MOMA (Museum of Modern. Art), Mies Van der Rohe y Le Corbusier viajaron a Nueva York de su mano, el Intemacional Style asumió ese nombre, y ha sido él quien, girando velozmente sobre su estilo, ha aparecido sucesivamente entre los promotores del Movimiento Moderno, del posmodernismo y ahora de la deconstrucción. De su cabeza cambiante, propicia a producir espectáculos, brotó el proyecto de las Torres Kio en Madrid y, hace un año, el azar determinó que la quiebra de la compañía árabe coincidiera con la ruptura de su relación con John Burgee y la desaparición del estudio donde trabajaron duramente un cuarto de siglo facturando, en los ochenta, más de 1.600 millones de pesetas al año.

Pregunta. ¿Sigue ahora tan ocupado como antes?

Respuesta. Muy ocupado es un término relativo. Estaba muy ocupado cuando trabajaba con 80 personas hace cinco años. Ahora estamos muy ocupadas seis personas.

P. Me dijo Meier que en Nueva York no se construye nada actualmente.

R. Exacto. Es así. No hay trabajo. Cero.

P. ¿La crisis económica? ¿Mala gestión municipal?

R. No lo sabemos, pero entre los arquitectos no hemos conocido una depresión semejante desde los años treinta.

P.- ¿Y qué opina sobre la creación actual?

R. Creo que el momento es bueno. Malo económicamente, pero artísticamente muy interesante. En España se está haciendo una arquitectura excelente, y en Japón. No es éste el caso de EE UU. Aquí no se hace casi nada de interés.

P. ¿Cuál fue su experiencia en Madrid con la construcción de las Torres Kio?R. Fue mi socio el que mantuvo el contacto con los árabes. Yo he sabido muy poco de ello. ¿Cómo están ahora las Torres?

P.-Paradas.

R. ¿Paradas ... ?

P. El proyecto, ¿fue suyo o de su socio?

R. El proyecto fue mío.

P. Después se separaron ustedes, tras casi 25 años de trabajar juntos.

R. Bueno, él quebró. Pobre hombre... Lo sentí mucho.

P. Usted, desde joven, ha sido una personalidad muy influyente. Su colega Peter Eisenman aseguraba hace poco que su influencia no la ha logrado ningún otro arquitecto en Estados Unidos.

R. Bueno, no creo que sea tanto. Mi influencia es sólo en algunas cosas básicas. En fin. Peter Eisenman es un líder, un magnífico diseñador. El es con Frank Gehry, ¿lo conoce usted?, un hombre fantástico, los dos únicos arquitectos norteamericanos que me hacen tener esperanza en el futuro. Hablo de ellos como si fueran unos muchachos y tienen ya 60 años; unos viejos, también. En realidad, de la generación anterior no sé nada ni creo que hagan cosas interesantes. Tampoco creo que Eisenman esté muy interesado por ellos.

P. Dice usted, sin embargo, que internacionalmente la arquitectura se encuentra en un momento excelente. ¿Cómo lo valoraría usted respecto a aquél de los años treinta en que trataba con Mies, con Le Corbusier, con Gropius o con Wright?

R. Aquello era diferente. Los británicos calificaron ese periodo como la edad de oro de la arquitectura moderna. Mies era el más inteligente; él y Le Corbusier fueron los mejores. Yo escribí por entonces un libro junto con Hitchoock (se refiere a The International Style, 1932) a propósito de esa época. Fue un tiempo maravilloso para la arquitectura. Apasionante. Pero éste también es muy importante.

P. Respecto a su relación con Mies, Wright o Le Corbusier

R. Siempre hubo problemas en la relaciones. Mies, como muchos otros de los grandes arquitectos de la historia se creía un Dios. Mies, Le Corbusier y Groplus se odiaban entre sí a muerte. Lo mismo que Frank Lloyd Wright, otro terrible individualista. Yo, en cambio, he querido siempre a mucha gente. Quiero mucho a Eisenman, por ejemplo. ¡Fantásticos tiempos aquellos! Pero sí, los arquitectos con éxito suelen ser grandes ególatras.

P. Usted tiene esa fama.

R. Sí, yo soy ególatra, pero no por causa de mi arte. Yo fui crítico muchos años antes de ser arquitecto.P. ¿Y qué le parece la reiterada crítica que recibe a propósito de sus cambios de estilo?R. Los buenos artistas cambian siempre. Picasso cambió. Eisenman cambia, Gehry cambia.

P. ¿Meier?

R. El es muy sitemático. Yo no puedo hacer una cosa así, Usted ve un edifico de Meier, -blanco, claro, bien ordenado, bueno-, y nunca se confunde de autor.

P. Lo que no sería posible con sus obras.

R. Efectivamente. Este edificio donde estamos (866 de la tercera avenida de Nueva York), el Seagram, el jardín del MOMA, el AT & T son muy diferentes entre sí. Nadie podría decir que son todos obra de Philip Johnson, pero yo creo que así está mejor, es más divertido.

P. ¿Sigue llevando una vida muy activa?

R. Tengo el trabajo en el estudio y mi trabajo en el MOMA. No tengo tiempo para mucho más.

P. ¿Duerme mucho usted?

R. Once horas.

P. Y ¿hace ejercicio?

R. ¡Nunca!

P. Otras cosas que le interesen, además de la arquitectura y la pintura.

R. No leo nada desde hace tiempo.

P. ¿A quién conoce de los españoles?

R. No conozco realmente a ninguno. No conozco España.

P. Rafael Moneo me dijo que sí le conocía a usted.

R. Sí, Rafael Moneo; muy bueno. No me gusta el museo que acaba de hacer en Wellesley. Pero es injusto decir esto. Tendría que ir a verlo.

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