Editorial:

En la recta final

EN MENOS de un mes puede avanzar más la extensión del libre comercio en el mundo que en los diez últimos años. La aprobación por el Congreso estadounidense del Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá; la reunión en Seattle de los ministros de Exteriores, Comercio y máximos mandatarios de los países agrupados en tomo a la APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico) y la posible conclusión definitiva de la Ronda Uruguay de negociaciones en el seno del GATT, antes del 15 de diciembre, serán referencias esenciales en la historia de las relaciones comerciales internacionales.Estados Unid...

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EN MENOS de un mes puede avanzar más la extensión del libre comercio en el mundo que en los diez últimos años. La aprobación por el Congreso estadounidense del Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá; la reunión en Seattle de los ministros de Exteriores, Comercio y máximos mandatarios de los países agrupados en tomo a la APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico) y la posible conclusión definitiva de la Ronda Uruguay de negociaciones en el seno del GATT, antes del 15 de diciembre, serán referencias esenciales en la historia de las relaciones comerciales internacionales.Estados Unidos, México y Canadá iniciarán a partir del próximo 1 de enero un proceso de gradual abolición, a lo largo de los próximos 15 años, de las restricciones al comercio y a la inversión entre esos tres países. Se trata de ampliar un proceso de integración en gran medida avanzado por el Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá de 1989, y por las negociaciones bilaterales entre Estados Unidos y México.

Las empresas estadounidenses, además de ser los principales inversores en México, suministran el 70% de las importaciones totales de este país, entre otras razones gracias al desmantelamiento progresivo de sus aranceles sobre los productos norteamericanos, que desde el 100% en que estaban situados en 1981 han caído al 9% actual, al tiempo que ha desaparecido todo tipo de prohibiciones y cuotas.

Es indudable que la trascendencia de la reunión en Seattle habría sido mucho menor de no haberse producido entre la aprobación del TLC y la emblemática fecha del 15 de diciembre. Más allá de esas coordenadas geográficas y del evidente dinamismo económico de algunos de los 17 países integrados en ese foro, no es fácil comprobar elementos comunes mucho más relevantes que permitan consagrar el nacimiento de un nuevo bloque comercial; y mucho menos deducir que la propia reunión constituye una alternativa al eurocentrismo a partir de la amenaza de Clinton de volcar su economía hacia los mercados de Asia y América si Europa no hace concesiones en las negociaciones en el seno del GATT antes del día 15. Las declaraciones realizadas el sábado en Madrid por el presidente francés, Mitterrand -compartidas por su primer ministro, Édouard Balladur-, fueron una dura respuesta a lo que califican de "terquedad" de Clinton.

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Si bien es cierto que habrán de ser los encuentros que a partir de hoy, lunes, mantendrán el representante comercial de Estados Unidos, Mickey Kantor, y el comisario de Comercio comunitario, Leon Brittan, los que permitan asentar sobre bases firmes la confianza en la feliz conclusión de la Ronda Uruguay, no lo es menos que los dirigentes de esa, otra gran economía participante en la APEC, la japonesa, habrán de materializar en cesiones concretas (especialmente en el contencioso de la apertura de ese país al mercado del arroz) esas repetidas profesiones de fe en la liberalización del comercio mundial. Una fe que no encuentra correspondencia en el mantenimiento de barreras de diverso tipo a la entrada de bienes y servicios extranjeros y, en última instancia, en la evolución de sus cuentas exteriores.

Con todo, serán los representantes comunitarios y estadounideses los que podrán contribuir a despejar la incertidumbre sobre la conclusión de esa ronda de negociaciones. La controversia agrícola y, en concreto, el mantenimiento del acuerdo de Blair House alcanzado hace un año para reducir subsidios a la exportación de alimentos, es ahora el principal centro de atención. La persistencia de las amenazas de las autoridades francesas de vetar un acuerdo global si Blair House no se revisa podría dar al traste con esa cadena de encuentros que se sucederán hasta la medianoche del día 15. Junto a ello, la extensión de la liberalización a los productos audiovisuales, la creación de la Organización Mundial de Comercio, la reducción de los derechos arancelarios sobre productos pesqueros y textiles son otros puntos en los que no está garantizado el acuerdo entre Europa y Estados Unidos.

El llamamiento del director general del GATT, Peter Sutherland, para que intervengan más directa mente los líderes políticos impulsando la finalización de la ronda de negociaciones no es en modo alguno gratuito. No es sólo ese significativo aumento del crecimiento de la economía mundial que ha estimado la OCDE como consecuencia del alcance de un acuerdo global lo que ahora está en juego; es también la posibilidad de asentar la gradual emergencia de un nuevo orden económico internacional sobre la base de principios mínimos comunes, entre los que, razonablemente, ha de estar el de la no discriminación en las relaciones comerciales.

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