Placidez

La música sosegada de Jackson Browne encontró el recinto idóneo en el marco del Palacio de Congresos y Exposiciones madrileño, que no llenó su aforo. El espectador tomó cómodo asiento y toda la atención se centró en este músico norteamericano de origen alemán. Aplausos intermedios y leves intercambios lingüísticos entre escenario y patio de butacas fueron las únicas incidencias dentro de un concierto grato y apacible. En la víspera, el cantautor se quejaba de la falta de comunicación que afecta a su generación, pero entre tema y tema incluso dialogó brevemente con los espectadores más desinhib...

La música sosegada de Jackson Browne encontró el recinto idóneo en el marco del Palacio de Congresos y Exposiciones madrileño, que no llenó su aforo. El espectador tomó cómodo asiento y toda la atención se centró en este músico norteamericano de origen alemán. Aplausos intermedios y leves intercambios lingüísticos entre escenario y patio de butacas fueron las únicas incidencias dentro de un concierto grato y apacible. En la víspera, el cantautor se quejaba de la falta de comunicación que afecta a su generación, pero entre tema y tema incluso dialogó brevemente con los espectadores más desinhibidos.En el cuarto de siglo que Browne lleva rodando por la escena musical, sus señas de identidad apenas han sufrido alteraciones. Defensor de causas nobles, entre las que se cuenta el ecologismo, su producción se ha caracterizado por una sencillez estructural que matiza con determinados arreglos de bella expresión. Así las cosas, la carrera del californiano está exenta de sobresaltos, que las turbulencias han quedado para su vida personal. I'm Alive, la reciente entrega después de cuatro años de sequía, no introduce nuevos elementos aunque esta vez los textos se vuelcan sobre su mundo interior.

Desde el primer instante, desde la misma salida a las tablas, Browne transmitió una sensación de sencillez y naturalidad que parecen ser consustanciales a sus canciones y a su propia personalidad. La apariencia física (le este veterano músico conserva ese aspecto de joven preocupado que era y representaba durante los setenta.

La banda acompañante, que debuta en esta gira, continuó la tradición de músicos sólidos sin afán de protagonismo. No está el guitarrista David Lindley, brillante mano derecha de Browne durante muchas temporadas, pero los actuales son profesionales de máxima competencia que secundaron a su jefe con la misma sobriedad ofrecida por el cabeza de filas. Los escasos momentos eléctricos de la sesión estuvieron encabezados por los solos de Mark Goldenberg, la excepción dentro de un concierto regido por los medios tiempos. Running On Empty fue, en este sentido, la mejor representación rockera de la noche.

Reconocimiento

El público brindó a Browne su reconocimiento con sendas ovaciones que le obligaron a regresar a los instrumentos en tres ocasiones consecutivas, la última de ellas cuando las luces del local se habían encendido y parte del Público empezaba a desfilar. Se reclamó Stay, la versión del tema de Maurice Williams que Jackson Browne hizo enormemente popular en España a finales de los setenta, pero la reina de los lentos en aquellos días no ocupó lugar en el repertorio. Tampoco hubo espacio para el clásico Take it easy, de firma propia y popularizada por los Eagles.Linda paloma fue su último esfuerzo en español; antes había pedido colaboración para explicar lo que son las formas del corazón. Fue una noche de sentimientos reposados.