Crítica:CANCIÓN

Reconcuentro

Tanto tiempo sin cantar por aquí no había borrado el recuerdo emocionado de esas noches en las que Mercedes Sosa puso la piel de gallina a quienes acudieron a escucharla. Quedaba la nostalgia que dejan, una vez que se han ido, aquellos que compartieron momentos importantes de nuestras vidas. También ella evocó los años pasados en Madrid, y dio gracias a los españoles por cómo se la recibió, justo antes de cantar en castellano Encuentros y despedidas ("Llegar y partir son sólo dos caras del mismo viaje"), la hermosa canción de Milton Nascimento con la que dijo haberse encontrado al regr...

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Tanto tiempo sin cantar por aquí no había borrado el recuerdo emocionado de esas noches en las que Mercedes Sosa puso la piel de gallina a quienes acudieron a escucharla. Quedaba la nostalgia que dejan, una vez que se han ido, aquellos que compartieron momentos importantes de nuestras vidas. También ella evocó los años pasados en Madrid, y dio gracias a los españoles por cómo se la recibió, justo antes de cantar en castellano Encuentros y despedidas ("Llegar y partir son sólo dos caras del mismo viaje"), la hermosa canción de Milton Nascimento con la que dijo haberse encontrado al regresar a su América Latina en 1982.La argentina Mercedes Sosa (Tucumán, 1935), toda una vida con la maleta en la mano, ha conmovido a públicos de lugares como el teatro Colón de Buenos Aires, el Olypmia de París o el Carnegie Hall de Nueva York, así que sabe perfectamente cómo transmitir su arte. Pero comenzar, como hizo, cantando en portugués un tema de Djavan, por muy bueno que éste sea, que lo es, no parece la mejor elección. Las canciones brasileñas -además de Sina cantó Qué será, entre otras- no son su fuerte. Menos aún si las conserva en el idioma original. Y es que, como suele suceder, cantar en lengua ajena no le sienta bien a casi nadie. Tampoco las nuevas composiciones que ahora interpreta Mercedes Sosa tienen la fuerza poética de lo mejor de su antiguo repertorio. Desde luego, algunas no se la merecen.

Mercedes Sosa

Mercedes Sosa (voz), Nicolás Brizuela (guitarra), Popi Spatocco (teclados), Carlos Genoni (bajo) y Rubén Lobo (percusión). 1.500 personas. Precio: 2.500 pesetas. Teatro Monumental. Madrid, 20 de octubre.

Resulta loable el interés de quien ha cantado a Atahualpa Yupanqui o Pablo Milanés por compositores de las jóvenes generaciones argentinas como Charly García y Fito Páez: el intento quizá de establecer un puente entre pasado y presente. Lo malo es que algo chirría. Para mí que canciones que Mercedes Sosa hizo suyas, como Volver a los 17, Alfonsina y el mar o Duerme negrito, y que no cantó en esta ocasión, están todavía a años luz de otras más recientes que sí ofreció y que, a su vez, no admiten comparación con las que incluyó de Víctor Heredia.

Por eso su recital tuvo aspecto de montaña rusa. Demasiados vaivenes para sentirse uno completamente embriagado. Y eso que no hubiese sido complicado para Mercedes Sosa firmar una actuación memorable. Porque continúa teniendo una de esas voces capaces de ensancharte el alma cuando agarra un aire anclado en la tradición musical latinoamericana o cuando decide cantar con vehemencia Gracias a la vida. Entonces, de lo más profundo de la tierra, brota una voz sobrecogedora, tan verdadera que puede hacerse insoportable en época de simulacros.

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