FERIA DE OTOÑO

Miguel Rodríguez perdió la memoria y el conocimiento

Miguel Rodríguez, cuya entrada en la enfermería fue una de las más dramáticas que recuerda el equipo médico, finalmente sólo padecía contusiones múltiples, conmoción cerebral con pérdida del conocimiento y también de la memoria, pues una vez recuperado no recordaba absolutamente nada de lo que le había sucedido. Tras el festejo, Miguel descansaba, muy dolorido, en el hotel, pero a su memoria sólo había vuelto su faena al primer toro, lo que le llevaba a bromear: "Del otro me tendré que enterar por los vídeos".El herido fue llevado en volandas a la enfermería boca abajo, la cabeza caída, la tal...

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Miguel Rodríguez, cuya entrada en la enfermería fue una de las más dramáticas que recuerda el equipo médico, finalmente sólo padecía contusiones múltiples, conmoción cerebral con pérdida del conocimiento y también de la memoria, pues una vez recuperado no recordaba absolutamente nada de lo que le había sucedido. Tras el festejo, Miguel descansaba, muy dolorido, en el hotel, pero a su memoria sólo había vuelto su faena al primer toro, lo que le llevaba a bromear: "Del otro me tendré que enterar por los vídeos".El herido fue llevado en volandas a la enfermería boca abajo, la cabeza caída, la taleguilla destrozada y el cuerpo ensangrentado. Allí fueron llegando inmediatamente, entre otras personas, su apoderado, los empresarios, el director del Centro de Asuntos Taurinos y el matador José Antonio Carretero; todos temiéndose un percance gravísimo. La tensión se mantuvo un par de minutos hasta que se abrieron las puertas de la sala de curas y el subalterno Manuel Peña dijo: "Tranquilos. No tiene nada". La palabra milagro fue de inmediato la que más se oyó.

Rodríguez recuperó el conocimiento y aún medio inconsciente intentó tirarse de la cama para salir a matar al toro, interesándose después por saber qué le había ocurrido a él y cómo. Varios minutos después subió por su pie al coche de cuadrillas y se lo llevaron al hotel. Allí es donde comentaba los pormenores de su primera faena: "El toro se me paró en seguida y sólo pude sacarle dos o tres series buenas antes de entregarme a matar. Por lo menos he demostrado que mis triunfos veraniegos en esta plaza no han sido casualidad".

Echar a los leones

También Pauloba, que felicitaba públicamente a Rodríguez por el éxito, se lamentaba de lo mansos y peligrosos que fueron sus toros: "Por eso la oreja que corté fue a base de cojones. Siento no haber podido dar más que unos apuntes del toreo artista que me gusta, pero no podía desaprovechar esta oportunidad en la plaza que más me ha dado". Y añadía: "A ver si tras este triunfo dejan de ponerme zancadillas en mi carrera, de echarme a los leones y me anuncian alguna vez con los toros que matan las figuras".

Luis Espada, que presidió la corrida del viernes, cuando trinfó Rincón, quería salir al paso de las acusaciones del colombiano de que al cambiarle el quinto toro le robó la salida a hombros. "Yo le admiro mucho y me alegro de su éxito", decía, "pero el toro era un inválido que se cayó en el caballo y en banderillas, por lo que mi obligación como presidente y defensor de los derechos de los aficionados era devolverlo".

Por otra parte, la peña cultural El Alamar ha otorgado los trofeos que llevan su nombre al veterinario Hipólito Mora, que ejerció en Las Ventas y La Maestranza, y a Paco Apaolaza, crítico taurino de Ya, Diario de Navarra y Diario Vasco, y colaborador de Radio Euzkadi.

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