Ajados laureles

SALAMANCACharro / Litri, Sánchez, Andresín

Toros de Vicente Charro, gordos, insípidos.



Litri:
aviso y silencio; división al saludar. Manolo Sánchez: ovación en los dos. Andresín: aviso y ovación; ovación.



Plaza de la Glorieta,
19 de septiembre. Novena corrida de feria. Media entrada.

Ni una vuelta al ruedo, que se dice pronto. Esto, contando con el bondadoso público de Salamanca, es todo un síntoma. Las ilusiones están difuminándose a pasos agigantados esta feria, ramplona como ella sola. Pasa con las ilusion...

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SALAMANCACharro / Litri, Sánchez, Andresín

Toros de Vicente Charro, gordos, insípidos.

Litri: aviso y silencio; división al saludar. Manolo Sánchez: ovación en los dos. Andresín: aviso y ovación; ovación.

Plaza de la Glorieta, 19 de septiembre. Novena corrida de feria. Media entrada.

Ni una vuelta al ruedo, que se dice pronto. Esto, contando con el bondadoso público de Salamanca, es todo un síntoma. Las ilusiones están difuminándose a pasos agigantados esta feria, ramplona como ella sola. Pasa con las ilusiones como con las guirnaldas de laurel que están puestas en las barreras desde el día del centenario. Ajado está el laurel; ajado, mustio y perdida la color. El tedio va imponiendo su inexorable peso.Las cuadrillas estuvieron pésimas toda la tarde, con situaciones de barullo propias de una solanesca capea de pueblo. Con este panorama, la corrida se puso cuesta abajo. Litri, en su primero, que perdía los cuartos traseros, estuvo más despegado imposible. Hay que regalarle un estoquillador de un par de metros, a ver si encuentra la distancia que le gusta. Ni dos molinetes de rodillas arrancaron un triste olé. En el cuarto, blandito también, volvió a coger el estoquillador por la argolla cuando usaba la izquierda, casi por el pincho cuando la diestra mano utilizaba, recurrió a la parejita de molinetes y cuatro espectadores musitaron entre bostezos, ¡olé!.

Manolo Sánchez, saludó con cinco buenas verónicas a su primero que fue a regañadientes a la muleta; sólo a base de no quitársela de la cara logró ligar una buena serie con la derecha. En el quinto toreó templado, pero el toro no ponía la emoción requerida al trasteo.

Andrés Sánchez, sereno, puso todo el ardor del mundo tanto en su primero, que se pasó la vida escarbando pero que repitió en la muleta, como en el sexto que fue donde se invitaba al barbero a que compareciese para recibir los plácemes que se le deben. En éste, el torero se tiró de rodillas y tiró del toro en buenos naturales, pero no cuajó la estocada.

Los laureles ajados y la Pena tristona. La feria del centenario va a ser una de las más sosainas.

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