Adiós a Dámaso
Dámaso González, que toreó ayer la que será seguramente su despedida ante sus paisanos, se entregó con la misma pasión e idéntico corazón con que éstos le idolatran. Y allí, junto a su indomable corazón de león, se guardó la última oreja que corta en esta su plaza, para después dar dos aclamadísimas vueltas entre mucha emoción y algunas lágrimas.
El coso rugió de éxtasis con la faena del coletudo a Travieso. El animal se quedaba corto negándose a colaborar, pero Dámaso le sometió a ir y venir a base de una irreprochable técnica, una gran exposición y, en definitiva, una gran ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Dámaso González, que toreó ayer la que será seguramente su despedida ante sus paisanos, se entregó con la misma pasión e idéntico corazón con que éstos le idolatran. Y allí, junto a su indomable corazón de león, se guardó la última oreja que corta en esta su plaza, para después dar dos aclamadísimas vueltas entre mucha emoción y algunas lágrimas.
El coso rugió de éxtasis con la faena del coletudo a Travieso. El animal se quedaba corto negándose a colaborar, pero Dámaso le sometió a ir y venir a base de una irreprochable técnica, una gran exposición y, en definitiva, una gran verdad. Incluso se permitió el regusto de conducir las astas con su muñeca mágica.
El toreo de Enrique Ponce, en la corrida de ayer al menos, es la antítesis del de Dámaso González, porque si el diestro albacetense torea sin hacerlo bonito, el valenciano lo hace bonito, pero no torea; limitándose a endilgar cangilones de pases estéticos donde sus enemigos querían.
Ruiz / González, Joselito, Ponce
Cuatro toros de Daniel Ruiz y 1º y 2º de Zalduendo, bien presentados, nobles. Dámaso González: aviso y ovación; oreja. Joselito: ovación en los dos. Enrique Ponce: aviso y ovación; aviso y silencio.Plaza de Albacete, 14 de septiembre. Séptima corrida de feria. Lleno.
Joselito sólo pudo ofrecer algunos arabescos de clase, porque su primer enemigo se encojó tras una voltereta, y el otro se descepó contra un burladero, aunque a ambos les recetó dos sensacionales estocadas.