Iggy Pop, pionero del 'punk', reniega de su leyenda de perdedor

Iggy Pop, una de las leyendas vivas del rock más intenso, acaba de publicar American Caesar, duodécima entrega de su agitada carrera en solitario. El fundador de los Stooges, grupo pionero de la estética punk, aprovechó su visita a Madrid para ofrecer un breve concierto acústico, anunciar su gira española a finales de octubre y visitar el Prado: "Me reconocí en Los borrachos; a Velázquez no le hubiera costado retratar a unos músicos de rock en gira".

Su conversación está salpicada de palabras en español, aprendidas en el pueblo mexicano donde tiene su segunda residencia: "Allí me conoce...

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Iggy Pop, una de las leyendas vivas del rock más intenso, acaba de publicar American Caesar, duodécima entrega de su agitada carrera en solitario. El fundador de los Stooges, grupo pionero de la estética punk, aprovechó su visita a Madrid para ofrecer un breve concierto acústico, anunciar su gira española a finales de octubre y visitar el Prado: "Me reconocí en Los borrachos; a Velázquez no le hubiera costado retratar a unos músicos de rock en gira".

Su conversación está salpicada de palabras en español, aprendidas en el pueblo mexicano donde tiene su segunda residencia: "Allí me conocen como Jaime y me toleran. Me dedico a pescar, cultivo un pequeño huerto, descanso y compongo. Vivir en Nueva York es estimulante pero llegas a tener una sensación de desesperación: supongo que nuestro dominio del mundo hace que salga a la superficie lo peor de nosotros".Iggy Pop, que fue el primer apóstol del nihilismo en el rock, aprovecha hoy sus discos para deslizar avisos contra la contaminación, las diferencias sociales o el racismo: "No creo en transmitir mensajes; lo que hago es reflejar una realidad, mi realidad. Prefiero ser totalmente subjetivo y muy específico respecto a mis sentimientos".

A sus 46 años, Iggy exhibe un cuerpo musculoso y un semblante con abundantes señales de sus periodos de excesos. "Pero no quiero ser descrito como un perdedor ni un bárbaro reformado, todavía tengo días salvajes". Tampoco quiere mantener la imagen de renegado de la clase media: "Ahora aprecio la tolerancia de mis padres; yo no sería capaz de dejar mi dormitorio a un hijo mío que quisiera tocar la batería si viviéramos, como era nuestro caso, en una caravana. Mi padre es un modelo de fidelidad a un código de conducta puritano y yo le respeto por ello".

En los últimos tiempos, es requerido por cineastas que reverencian su dimensión mítica: "He participado en películas de John Water y Alex Cox; acabo de rodar un corto con Tom Waits, dirigido por Jim Jarmusch. Lo de actuar no coincide mucho con mi temperamento, demasiadas pausas y demasiada gente alrededor. Pero si no te enfrentas a retos no aprendes". También han escrito un guión para mí, titulado The Asshole (El gilipollas). ¿Puedes imaginarte los anuncios? 'Iggy Pop es... El gilipollas!' Quiero vivir para verlo".

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