LAS VENTAS

Una novillada encastada

"Se les fueron vivos". La terminología taurina está llena de eufemismos y este se emplea para los toreros que no supieron torear toros boyantes, tal cual ocurrió con la novillada encastada de Carmen Segovia, que se fue con sus orejitas íntegras al desolladero cuando las estuvo regalando con generosidad manifiesta.Antes la frase se aplicaba para los toreros cuyos toros volvían vivos al corral después de sonar los tres avisos, y ha caído en desuso pues esta desgracia artística apenas ocurre. Primero, porque los toros de ahora no son como los de antes; aquellos ejemplares abarrabasados que po...

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"Se les fueron vivos". La terminología taurina está llena de eufemismos y este se emplea para los toreros que no supieron torear toros boyantes, tal cual ocurrió con la novillada encastada de Carmen Segovia, que se fue con sus orejitas íntegras al desolladero cuando las estuvo regalando con generosidad manifiesta.Antes la frase se aplicaba para los toreros cuyos toros volvían vivos al corral después de sonar los tres avisos, y ha caído en desuso pues esta desgracia artística apenas ocurre. Primero, porque los toros de ahora no son como los de antes; aquellos ejemplares abarrabasados que por menos de un pasecito sobrante cogían sentido y no había quien les metiera la espada; segundo, porque entonces un torero había de pensárselo mucho antes de clavar tabernario espadazo por el rincón: la cuchillada se consideraba afrenta, el público se enfurecía, lanzaba objetos al ruedo, y entre los objetos que lanzaba estaban los botellones de gaseosa, único antídoto conocido contra el bajonazo; tercero, porque los presidentes tenían reloj, y no serían a pilas, sino de cuerda (o a lo mejor eran de arena), mas daban la hora y lo utilizaban.

Segovia / Matola, Núñez, Gallego

Cinco novillos de Carmen Segovia (uno fue rechazado en el reconocimiento), muy bien presentados, mansos en varas pero encastados y nobles. 4º, deAlcurrucén, devuelto por inválido. Sobrero, de Palomo Linares, bien presentado y derrengado. Curro Matola: dos pinchazos y estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada trasera (silencio). Rodolfo Núñez: pinchazo y estocada corta baja (ovación y salida al tercio); bajonazo (palmas y también pitos cuando saluda). Pepe Luis Gallego: estocada corta muy tendida, pinchazo y estocada (silencio); dos pinchazos y estocada; la presidencia le perdonó un aviso (algunas palmas). Plaza de Las Ventas, 5 de septiembre. Media entrada.

La fiesta tenía otros rigores años atrás. Y había entre los coletudos un severo sentido de la dignidad, una acendrada torería. Los toreros serían buenos o malos, pero un toro noble no se les iba vivo de ninguna de las maneras; eso o atropellaban la razón hasta acabar en la enfermería.

Una novillada como la de Carmen Segovia no se le hubiera ido viva a nadie. La novillada de Carmen Segovia, muy bonita de estampa, mansa en varas, se recrecía en los siguientes tercios y llegaba al de muerte desarrollando encastada nobleza. Cualquier torero con verdadera torería habría sacado toreo bueno a estos boyantes ejemplares. Mas la torería no la tiene hoy casi nadie; quizá ya ni exista. Torear es, en las trazas de la tauromaquia moderna, no cruzarse jamás, no presentar adelante y plana la muleta, no ligar los pases. O sea, lo que hicieron los tres espadas, Rodolfo Núñez y Pepe Luis Gallego con mayor expresión: citar fue de cacho, dejar retrasadillo el engaño o avanzar descaradamente el pico, embarcar con gusto y, concluído el pase, rectificar terrenos.

Matola aguantó valiente los parones del cuarto novillo y sufrió una voltereta que no le arredró en absoluto. Buena señal es esa. Al primero, flojito y noble, le dió un montón de derechazos aceptables, allá a las tantas se decidió a torear por naturales, cuajó uno excepcional, y no pudo continuar pues el novillo estaba ya exhausto.

Las reticencias de los toreros actuales para torear con la izquierda a veces son inexplicables. Pepe Luis Gallego no incurrió en este error y su faena al sexto la inició por naturales, para seguir en varias tandas, sólo que remataba el muletazo por delante. En general fue Gallego torero de pico, de suerte descargada, defectos que fueron de bulto cuando instrumentaba el derechazo. Rodolfo Núñez, con pastueño lote, cuajó faenas. Más redonda la primera, en la que hubiese cortado oreja si llega a matar bien, encimista la segunda, ahogando la noble embestida del animal, y siempre con el vicio repetido de no cruzarse ni torear con ligazón. "Que me embista un toro en Madrid", es el deseo de los toreros con ensoñaciones de triunfo. Luego, les embiste el toro en Madrid, y pasa lo que pasa. Es decir: no pasa nada.

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