La estrella es el 'botafumeiro'

El botafumeiro acaparó ayer toda la atención cuando fue lanzado en la catedral de Santiago al término de la ofrenda al apóstol. A los turistas les entusiasma tanto el espectáculo del gigantesco incensario alzándose sobre el templo que en ocasiones han lanzado gritos de "torero, torero".Tampoco don Juan Carlos y doña Sofía disimularon sus sonrisas de admiración cuando el botafumeiro comenzó a ganar altura. Tras la ceremonia, los monarcas y Mario Soares acudieron a dar el tradicional abrazo al apóstol y el Rey se paró entonces a saludar especialmente al tiraboleiro mayor, la...

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El botafumeiro acaparó ayer toda la atención cuando fue lanzado en la catedral de Santiago al término de la ofrenda al apóstol. A los turistas les entusiasma tanto el espectáculo del gigantesco incensario alzándose sobre el templo que en ocasiones han lanzado gritos de "torero, torero".Tampoco don Juan Carlos y doña Sofía disimularon sus sonrisas de admiración cuando el botafumeiro comenzó a ganar altura. Tras la ceremonia, los monarcas y Mario Soares acudieron a dar el tradicional abrazo al apóstol y el Rey se paró entonces a saludar especialmente al tiraboleiro mayor, la persona encargada de lanzar el incensario. A quienes cogió desprevenidos el espectáculo fue a tres sacerdotes que no calcularon bien su distancia con respecto al botafumeiro y al verlo acercarse a sus posiciones tuvieron que apartarse precipitadamente.

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La ceremonia estuvo rodeada de todo el boato y fue concelebrada por dos cardenales y 14 obispos. Los nacionalistas radicales, aunque concluían su manifestación en la plaza de A Quintana, junto a la catedral, dejaron un pasillo en medio de la multitud para no interrumpir el paso de los peregrinos por la puerta santa.

El protocolo oficial y las concentraciones nacionalistas, animadas con música de gaiteiros, sorprendieron tanto a los turistas como las payasadas de José María Ruiz-Mateos. El empresario jerezano se hartó de firmar autógrafos mientras paseaba por el casco viejo. Una pareja de estadounidenses preguntó quién era aquél sujeto y creyó encontrarse ante un verdadero matador: "¡Ah! Ruiz-Mateos. La corrida...".

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