Maastricht, ratificado por el Parlamento británico, está pendiente de los jueces

El Tratado de Maastricht ya está ratificado por el Reino Unido. La cámara de los Lores concluyó el lunes por la noche su tercera lectura Isabel II expresó ayer su aprobación formal. Técnicamente, se puso punto final a la peripecia parlamentaria más larga, pero aún queda por dirimir la última batalla en la tremenda guerra civil que, desde hace año y medio, sacude al Partido Conservador británico.

El primer ministro, John Major, Aseguró ayer ante los Comunes que Maastricht entraría en vigor, pasara lo que pasara el jueves. Los cálculos apuntan a una derrota del Gobierno en el doble vo...

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El Tratado de Maastricht ya está ratificado por el Reino Unido. La cámara de los Lores concluyó el lunes por la noche su tercera lectura Isabel II expresó ayer su aprobación formal. Técnicamente, se puso punto final a la peripecia parlamentaria más larga, pero aún queda por dirimir la última batalla en la tremenda guerra civil que, desde hace año y medio, sacude al Partido Conservador británico.

El primer ministro, John Major, Aseguró ayer ante los Comunes que Maastricht entraría en vigor, pasara lo que pasara el jueves. Los cálculos apuntan a una derrota del Gobierno en el doble voto sobre el Capítulo Social, que Major se negó a aceptar en sus negociaciones con sus colegas la CE.De forma implícita, y ante los gidos de la oposición, el primer ministro sugirió que, en caso necesario, usaría los poderes excepcionales de la Corona para soslayar la opinión del Parlamento y dejar fuera de la ley britanica la normativa laboral comunitaria, "que sólo sirve", dijo, para destruir puestos de trabajo.

La tormenta política que descargará esta semana sobre el palacio de Westminster no guarda a relación directa con el Tratado de la Unión Europea de Maastricht. El tratado es sólo una buena excusa para que la oposición y los tories rebeldes, unidos en una insólita alianza, lancen su última carga contra Major.

De ser derrotado el Gobierno en la sesión del jueves, la automática moción de confianza (a celebrar el próximo lunes) ofrecería a los thatcheristas la ocasión que han estado buscando durante meses.

Tanto el Gobierno como los rebeldes opinan que el espíritu de Maastricht está ya muerto y que la mayor parte del tratado es papel mojado. Una vez acabada la ratificación, el enfrentamiento se está despojando de adornos y aparece como lo que realmente es: una disputa sin cuartel por la herencia de la ex primera ministra Margaret Thatcher.

El Gobierno de Major no da por perdida la escaramuza del jueves. Y hay indicios de que podría ganarla, aunque sea en el último minuto y con marrullerías. El ministro para Irlanda del Norte, Sir Patrick Mayhew, se dedica esta semana de forma casi exclusiva a mimar a los unionistas del Ulster, a los que no se puede calificar de euroescépticos porque no hay escepticismo por su parte: se oponen por completo a la integración en Europa.

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Todo tiene un precio

Pero todo tiene un precio y, a cambio de ciertas concesiones (en detrimento de los católicos), los tres diputados del pequeño Partido Unionista Democrático podrían acabar salvando a Major.

Sería la mayor paradoja de un proceso lleno de ellas; que la gente más contraria a la Comunidad Europea y al propio Major acabara diciendo sí a ambos.

Incluso algunos euroescépticos empiezan a dudar. Ya está demasiado claro que el objetivo es derribar al primer ministro, y algunos rebeldes, como el diputado George Gardiner, no se muestran del todo firmes en el momento final del motín.

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