Crítica:FLAMENCO: PACO DE LUCÍA

El genio de la siguiriya

Después de una larga temporada sin tocar en Madrid, Paco de Lucía ha vuelto con un concierto realmente esplendoroso. El tema final puso a todo el teatro en pie. Lo merecía. Paco ha hecho una creación sobre el toque por siguiriyas realmente memorable. Imaginativa, rica en giros insospechados, con una densidad expresiva que a veces nos recordaba el lenguaje sinfónico. Su guitarra dialogó con los vientos de Pardo, con las cuerdas de Benavent, con las percusiones, haciendo todos un alarde de madurez, de inspiración y de plenitud. Y Pepe de Lucía puso su voz despojada en dos tercios sin consuelo de...

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Después de una larga temporada sin tocar en Madrid, Paco de Lucía ha vuelto con un concierto realmente esplendoroso. El tema final puso a todo el teatro en pie. Lo merecía. Paco ha hecho una creación sobre el toque por siguiriyas realmente memorable. Imaginativa, rica en giros insospechados, con una densidad expresiva que a veces nos recordaba el lenguaje sinfónico. Su guitarra dialogó con los vientos de Pardo, con las cuerdas de Benavent, con las percusiones, haciendo todos un alarde de madurez, de inspiración y de plenitud. Y Pepe de Lucía puso su voz despojada en dos tercios sin consuelo del antiguo cante del Viejo de la Isla. Impresionante.Oíamos este tema y no lo podíamos creer, pareciera como si el genio inmortal de la siguiriya se hubiera instalado Junto al de Lucía para asistirle en el desarrollo de una obra tan compleja y hermosa, tan definitiva. Una obra enriquecida por instrumentos hasta no hace mucho ajenos a lo jondo, pero que no sufría por ello mistificación alguna; seguía sonando flamenca hasta lastimar.

Paco de Lucía

Paco de Lucía (guitarra), Ramón de Algeciras (guitarra), Pepe de Lucía ,(voz), Jorge Pardo (flauta y saxo), Rubem Dantas (percusión), Manuel :Soler (baile y percusión), Carles Benavent (bajo y laúd). Teatro Monumental. Madrid, 22 de junio.

Su genio con la guitarra flamenca no tiene parangón posible. Cuando toca a solas con ella está dándonos ese toque tan querido en el flamenco, transido de intensidad y de jondura. Después, con el grupo, se entrega ya al alarde espectacular, deslumbrador, en ritmos que se prestan a verdaderas locuras con virtuosos de este calibre: bulerías, tangos, jaleos, alegrías, tanguillos, rumba...

Recuerdo pocas ocasiones en que un encuentro flamenco motivara aclamaciones tan unánimes. Y todo en una línea flamenquísima, más de lo habitual en los últimos conciertos del de Lucía y sus compañeros. Entre quienes no debemos olvidar al bailaor Manolito Soler, quien bailó como mandan los cánones, con elegancia y señorío, sin despeinarse.

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