Crítica:POP

En la diana

Los Flechazos, el cuarteto de León más sesenta de España, ha vuelto a Madrid para ofrecer dos conciertos, viernes y sábado, en la sala Revólver. La particularidad de estos dos días en directo es la grabación de lo que será su nuevo trabajo, quinto ya en su discografía, con los temas que han hecho de ellos una banda de culto.Los Flechazos son sin duda unos estudiosos de todo lo referente a la ideología, mentalidad y estética musical que surgió en los sesenta y que ellos recrean en su mundo paralelo a los sonidos duros que circulan mayoritariamente sobre los escenarios nacionales. La labo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los Flechazos, el cuarteto de León más sesenta de España, ha vuelto a Madrid para ofrecer dos conciertos, viernes y sábado, en la sala Revólver. La particularidad de estos dos días en directo es la grabación de lo que será su nuevo trabajo, quinto ya en su discografía, con los temas que han hecho de ellos una banda de culto.Los Flechazos son sin duda unos estudiosos de todo lo referente a la ideología, mentalidad y estética musical que surgió en los sesenta y que ellos recrean en su mundo paralelo a los sonidos duros que circulan mayoritariamente sobre los escenarios nacionales. La labor de entrega y la credibilidad de su inclinación hacia el pop más fresco y juvenil con historias de fondo, fáciles, que siempre dan la razón al público, configuran una banda que sabe poner el ritmo a los días de sol.

Los Flechazos

Alejandro (voz y guitarra), Elena (teclados), Héctor (bajo y coros), Pedro (batería). Revólver Club. Madrid, 12 de junio, a las 0.30. Entradas: 1.000 pesetas. Aforo: 600 personas

Sobre el escenario, el cuarteto mostró su profesionalidad y efectividad, pero aun cuando su música se mueve bien en el calor del baile, la distante presencia que Los Flechazos ejercen sobre las tablas muestra su constante y excesiva preocupación por lo que están haciendo en cada momento. Quiere tener todo bien atado, que nada falle, y así ocurre, con el inconveniente de transmitir siempre tensión y no dar espacio para lo que esté fuera de su cálculo. En su música, lo que no es estribillo también es estribillo, y dentro de ese arte y facilidad que tienen para dominarlo consiguen un resultado inmediato de aceptación; dos horas de concierto repasando el mismo esquema convierten su música en algo perecedero por lo limitado de sus creaciones y lo cerrado de su planteamiento. Pero su circuito cerrado de música funciona, y el resultado es notable.

Temas propios, A toda velocidad, Arcoiris, Viviendo en la era pop, y versiones, en este caso una adaptación instrumental de las Supremes, Stop! in the name of love, recogieron la aceptación y diversión del público que llenó la primera noche de su directo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En