El petardo

Granada Ortega Cano protagonizó el petardo de la feria y realizó la faena del ciclo. Se presentó con cara de pena y con las ilusiones fuera de la plaza. Sobrio con el capote, se le hizo un mundo torear de muleta a un toro soso y noble. Le pitaron con fuerza tras una labor a la defensiva. El torero no estaba a gusto. Sólo sonrió para brindar a un grupo de mujeres.Quién sabe si sería por el ánimo femenino, lo cierto es que el torero se transfiguró en el cuarto. Un magnífico quite por chicuelinas anunciaba ya un cambio radical. Con gusto, con profundidad, con temple, dibujó derechazos de cartel. ...

Granada Ortega Cano protagonizó el petardo de la feria y realizó la faena del ciclo. Se presentó con cara de pena y con las ilusiones fuera de la plaza. Sobrio con el capote, se le hizo un mundo torear de muleta a un toro soso y noble. Le pitaron con fuerza tras una labor a la defensiva. El torero no estaba a gusto. Sólo sonrió para brindar a un grupo de mujeres.Quién sabe si sería por el ánimo femenino, lo cierto es que el torero se transfiguró en el cuarto. Un magnífico quite por chicuelinas anunciaba ya un cambio radical. Con gusto, con profundidad, con temple, dibujó derechazos de cartel. Feliz, Ortega Cano besó la espada, ejecutó bien la suerte, pero el estoque cayó bajo.

Ponce tuvo abierta la puerta grande y él mismo la cerró al tumbar al quinto con un pinchazo y 11 descabellos. Finito estuvo valiente, pero sus toros no le permitieron el más mínimo lucímiento.