"Aquello parecía Francia, chico"

María Esther Torres se mueve muy despacio en su bohío, como un símbolo de lo que significa la epidemia de neuritis cubana. A sus 30 años, para ella, lo que ha pasado en los últimos tres meses es un misterio. Un día empezó a ver borroso, y luego le dolieron las piernas, las manos y todas las articulaciones. Tuvo jaquecas y empezó a sudar.Casualmente, también el grupo de 12 científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que viajó a La Habana la semana pasada hablaban de misterio: ninguno supo explicar qué provoca la neuropatía que afecta a María Esther y a otros 28.000 cubanos.

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María Esther Torres se mueve muy despacio en su bohío, como un símbolo de lo que significa la epidemia de neuritis cubana. A sus 30 años, para ella, lo que ha pasado en los últimos tres meses es un misterio. Un día empezó a ver borroso, y luego le dolieron las piernas, las manos y todas las articulaciones. Tuvo jaquecas y empezó a sudar.Casualmente, también el grupo de 12 científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que viajó a La Habana la semana pasada hablaban de misterio: ninguno supo explicar qué provoca la neuropatía que afecta a María Esther y a otros 28.000 cubanos.

Esta mujer, menuda y trigueña, de ojos hoy apagados, lleva a flor de piel los misterios de la enfermedad. Desde que nació vive en El Cafetal, la zona del Pinar del Río donde se presentaron los primeros casos de neuritis óptica hace año y medio, y a la que se circunscribió la epidemia durante mucho tiempo. Aquí aparecieron los primeros pacientes con problemas de visión a comienzos de 1992. Fue justo entonces cuando María Esther comenzó a sentirse mal. "Lo veía todo borroso y no podía distinguir los colores. Casi no oía nada y perdí el gusto, pero todavía no tenía calambres ni entumecimientos"; 20 días después del comienzo de todo aquello, Reynaldo Socorro, su marido, la llevó al médico de Río Seco. El médico le puso -un tratamiento provisional y le dijo que volviese dos semanas después.

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"Me sentía peor, y el doctor me remitió a la comisión de San Juan y Martínez. Allí me diagnosticaron la neuritis óptica, y el 14 de abril me ingresaron en el hospitalito. Dos días después, unos doctores de La Habana vinieron y nos, llevaron a mí y a otros 10 al hospital Cimeq", recuerda María Esther.

El Cimeq queda en el departamento diplomático de Siboney y es el mejor hospital de Cuba, donde se atiende a los principales dirigentes de la revolución y a los visitantes extranjeros de mayor nivel.

También es un centro de investigación médico-quirúrgica, y por ello, desde que apareció la neuritis, se trata allí a estos enfermos con vitaminas e interferón. Éste es uno de los 14 tratamientos que se aplican en la isla, con lo que se busca encontrar el medio más efectivo para curar la enfermedad.

Enfermeras grandes y bonitas

Los 14 tratamientos se basan en la vitaminoterapia, combinadas con la magnetoterapia, ozonoterapia, y oxigenoterapia, según el hospital. El tratamiento con interferón se ha experimentado con muy pocos pacientes, pues está vinculado a la hipótesis de una causa viral, la de menos peso. Sin embargo, esto no impidió que durante los 21 días que María Esther estuvo ingresada en el Cimeq los médicos la trataran a cuerpo de reina, como ella dice. "Me daban desayuno, dos meriendas, almuerzo y cena, y todos los días comía pollo, carne o pescado", dice con añoranza. Su marido es más explícito. "Fui a verla dos veces al hospital y aquello parecía Francia, chico. Todos los pasillos estaban limpios, la comida era de hotel y todas las enfermeras eran grandes y bonitas, como si las hubiesen escogido", cuenta Reynaldo, y agrega: "Ojalá pudiésemos volver allí".María Esther ya no tiene problemas de visión, pero, en cambio, han aumentado los dolores musculares. Los pinchazos y los fuertes dolores de cabeza. "Lo más terrible de todo es que me ha afectado sexualmente", afirma compungida. La enfermera de la zona, Emelina Rodríguez, reconoce que la mujer "está peor que antes". Tanto es así que el sábado pasado la envió nuevamente a la comisión de San Juan y Martínez para que la reconocieran de nuevo.

Las dos están sentadas en un bohío del batey de Santa Damiana. Ambas piensan que el drástico cambio de dieta sufrido en toda Cuba influye, pero no lo explica todo. María Esther, aunque dice que hoy sólo pudo comer arroz, fríjoles y un boniato, exclama: "¡Chico, la verdad es que esta enfermedad es muy rara!".

A esa misma hora, en La Habana, un grupo de científicos de la OMS leía un informe muy técnico ante Fidel Castro. El informe empezaba señalando lo siguiente: "Todavía no hemos encontrado al criminal, pero sí conocemos su modus operandi". Por suerte, en el hospitalito de San Juan y Martínez, el pueblo donde surgió la epidemia, cada vez se presentan menos casos.

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