MÚSICA

La lección de Maria Joao Pires

La presencia activa de Maria Joáo Pires en Madrid establece un nivel y un tono para nuestro ambiente musical. No es fácil escuchar un Bach, un Schubert o un Mozart como los que hace la artista portuguesa.Al margen de toda anécdota, la categoría se impone, pues las versiones de Pires son sustancial y expresivamente auténticas; hondas porque la pianista nos desvela hasta los más recónditos secretos de cada página interpretada, y lo hace a través de un sonido tan bello y elevado que parece rozar la frontera del silencio, del mismo modo que los silencios los concibe y realiza como música, a modo d...

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La presencia activa de Maria Joáo Pires en Madrid establece un nivel y un tono para nuestro ambiente musical. No es fácil escuchar un Bach, un Schubert o un Mozart como los que hace la artista portuguesa.Al margen de toda anécdota, la categoría se impone, pues las versiones de Pires son sustancial y expresivamente auténticas; hondas porque la pianista nos desvela hasta los más recónditos secretos de cada página interpretada, y lo hace a través de un sonido tan bello y elevado que parece rozar la frontera del silencio, del mismo modo que los silencios los concibe y realiza como música, a modo de expectante, trémulo y calculado silencio sonoro.

El intérprete es, por esencia, un resucitador de las propuestas escritas por los compositores. Cada tiempo tiene su manera de hacer volver a la vida los pentagramas pretéritos; cada tiempo y cada persona. Pires nos descubrió en su reviviscencia de la Suite inglesa en sol menor un Bach fresco, vital, luminoso, íntimo. Diferente, en suma.

Es imposible escribir todo lo que merecería la concepción y realización de la Sonata en si bemol, parte del testamento musical de Schubert, verdadera exaltación (le lo sencillo y lo sensible. Ya la exposición del tema inicial nos avisa sobre la versión de Maria Joáo, pone nuestra atención y nuestro espíritu en estado de alerta. Luego, tiempo a tiempo, pasaje a pasaje y detalle a detalle, la cadena de primores se alza con intensidad literalmente indescriptible en las manos y el pensamiento musical de esta mujer menuda y grandísima. Sus actuaciones son siempre lecciones no por inimitables menos ejemplares.

Otros momentos del recital nos trajeron raros mensajes de calidad íntima y trascendente: la Pastoral, transcrita para piano y violonchelo por Marie Rosanoff, el Cuarto momento musical de Schubert, en el que rinde homenaje al autor del Clave bien temperado, un Preludio-coral para órgano, transcrito por Busoni, todo un programa tan personal como la manera de llevarlo a cabo para dejar una huella imborrable en la memoria musical de cuantos lo escuchamos.

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