Japón y el rorcual aliblanco

JUAN JESÚS AZNAREZ, El Gobierno japonés y la industria ballenera de este país, en el que el cetáceo ha formado parte de su cultura gastronómica, desarrollan una intensa labor diplomática para intentar imponer sus tesis en la cita de cuatro días de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), creada en 1946. Las posibilidades de éxito son remotas porque una abrumadora mayoría de las naciones miembros rechazan la postura de Tokio.

El ministro japonés de Pesquerías, Masami Tanabu, piensa que "si protegemos demasiado a las ballenas tendremos un número excesivo". Este departamento sostiene que...

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JUAN JESÚS AZNAREZ, El Gobierno japonés y la industria ballenera de este país, en el que el cetáceo ha formado parte de su cultura gastronómica, desarrollan una intensa labor diplomática para intentar imponer sus tesis en la cita de cuatro días de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), creada en 1946. Las posibilidades de éxito son remotas porque una abrumadora mayoría de las naciones miembros rechazan la postura de Tokio.

El ministro japonés de Pesquerías, Masami Tanabu, piensa que "si protegemos demasiado a las ballenas tendremos un número excesivo". Este departamento sostiene que los ejemplares de rorcual aliblanco son tan abundantes en la Antártida que su censo amenaza la supervivencia de otras especies marinas, entre ellas la ballena azul con un índice de fertilidad muy bajo. Sobre la mesa de la CBI está el cálculo de que existen 760.000 rorcuales aliblancos en el Antártico y 86.000 en el Atlántico Norte, y que una caza anual de hasta 2.000 ejemplares por año en los Mares del Sur no pondría en peligro su supervivencia.

Kazuo Shima, miembro de la comisión nipona encargada de defender la necesidad de un cambio de política, reconoce: "En estos momentos no veo ninguna posibilidad de que sea autorizado el comercio de ballenas. Pero pensemos un momento en el muro de Berlín. La realidad puede ir más allá de nuestra imaginación".

12.000 pesetas el kilo

Japón, dentro de un programa de "investigación científica para observar la evolución de la especie", cazó 330 rorcuales durante la última campaña, que duró cinco meses y concluyó en abril. La carne de casi todos estos cetáceos terminó en el estómago de ávidos comensales. Esta se vende a los restaurantes de lujo de Tokio por unas 12.000 pesetas el kilo. Las acusaciones van aún más allá. Algunos grupos ecologistas acusan a Japón de haber matado desde 1986 unos 165.000 delfines Dall para seguir abasteciéndose de carne de cetáceo.

La reunión de Kioto ha sido precedida por una campaña, en la prensa y en la calle. "¡Queremos comer carne de ballena¡ ¡Norteamericanos, no os metáis con nuestras costumbres! exigía una pan carta en una marcha de mil manifestantes.

Otro grupo anunciaba la recogida de 280.000 firmas en apoyo de la caza del cetáceo. Y una encuesta publicada recientemente por el diario Asahi señalaba que el 541/o de los japoneses está a favor de la caza.

Como otros años, coincidiendo con el comienzo de la reunión de la CBI, se ha organizado un gran festín de ballena para altas personalidades. El ágape está anunciado para hoy en Osaka.

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