El lento camino hacia la paz

EE UU, más preocupado por la crisis bosnia que por el diálogo árabe-israelí

Como esos parientes a los que se invita por compromiso y se les acaba no prestando atención, las negociaciones del plan de paz para Oriente Próximo prosiguen en Washington sin despertar el interés de sus anfitriones. Los periódicos raramente recogen información sobre las discusiones y la Administración de Clinton está más ocupada con otras prioridades, como la crisis de los Balcanes.

Apostar porque esta ronda va a culminar en algún logro palpable es un riesgo que ninguno de los participantes desea tomar. Sin embargo, ambas partes reconocen que por primera vez se está trabajando seri...

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Como esos parientes a los que se invita por compromiso y se les acaba no prestando atención, las negociaciones del plan de paz para Oriente Próximo prosiguen en Washington sin despertar el interés de sus anfitriones. Los periódicos raramente recogen información sobre las discusiones y la Administración de Clinton está más ocupada con otras prioridades, como la crisis de los Balcanes.

Apostar porque esta ronda va a culminar en algún logro palpable es un riesgo que ninguno de los participantes desea tomar. Sin embargo, ambas partes reconocen que por primera vez se está trabajando seriamente."La Conferencia de Madrid estuvo rodeada de la euforia y supuso el lanzamiento de todos los encuentros que se han sucedido en los siguientes 18 meses. Ahora ya no hay encuentros simbólicos de jefes de Estado, sino mesas de trabajo", explicó el portavoz de la delegación israelí, Uri Palti. Han sido necesarios muchos esfuerzos hasta que las delegaciones han estado dispuestas a sentarse a discutir.

La primera muestra de buena voluntad se materializó cuando el Gobierno de Israel permitió el regreso a sus hogares de un grupo de 30 palestinos (algunos de los cuales habían sido deportados a finales de los años sesenta), autorizó a 5.000 familiares a vivir en los territorios ocupados y cancelé la demolición de 10.000 casas palestinas que consideraba ilegales. Sin embargo, las concesiones del Gobierno de Tel Aviv no fueron interpretadas como un gesto espontáneo por sus viejos adversarios. Según los palestinos, Israel necesitaba un gesto con el que recuperarse de las críticas que acarreó la expulsión a la frontera con Líbano de otros 415 habitantes de los territorios ocupados, un hecho que había mantenido bloqueadas las conversaciones de paz.

Por su parte, los palestinos intentan recuperar la confianza de algunos países islámicos y de su población, que les habían retirado su apoyo impulsados por la frustración ante la ausencia de logros.

En los 18 meses que han transcurrido desde la reunión de Madrid, los puntos de fricción no han variado. La clave de la actual ronda de negociaciones sigue siendo avanzar en las características del acuerdo de autogestión para los palestinos de Cisjordania y Gaza, que deberá entrar en vigor en un plazo máximo de cinco años.

La situación en estos territorios ocupados por Israel en la guerra de los Seis Días (1967) es el mayor obstáculo para la paz. Los israelíes construyen miles de asentamientos para compensar demográficamente a los 1,7 millones de palestinos que viven en el área, y mantienen bloqueados a 100.000 habitantes de los territorios ocupados, a quienes se les prohíbe acceder a sus trabajos en Israel.

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Israel dio a conocer el jueves su proyecto sobre los principios de autonomía, un marco general para llegar a un acuerdo que permitiría su autogobierno a 1,7 millones de palestinos en Cisjordania y Gaza.

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