El envío de tropas a Somalia rompe un tabú de la política exterior alemana

Alemania rompió ayer el último dique que le impedía desarrollar una política exterior acorde con su categoría de gran potencia soberana y deshacerse, en este sentido, del tabú de su siniestro pasado reciente. La orden del Gobierno de enviar 1.620 soldados de la Bundeswehr (el Ejército alemán) a Somalia, como parte del contingente de Naciones Unidas, rompió en pedazos los escrúpulos constitucionales en los que el país se había parapetado desde la unificación, en un vano intento de conservar la posición en la que Bonn se acomodó a lo largo de la guerra fría.

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Alemania rompió ayer el último dique que le impedía desarrollar una política exterior acorde con su categoría de gran potencia soberana y deshacerse, en este sentido, del tabú de su siniestro pasado reciente. La orden del Gobierno de enviar 1.620 soldados de la Bundeswehr (el Ejército alemán) a Somalia, como parte del contingente de Naciones Unidas, rompió en pedazos los escrúpulos constitucionales en los que el país se había parapetado desde la unificación, en un vano intento de conservar la posición en la que Bonn se acomodó a lo largo de la guerra fría.

Las tropas alemanas que el 1 de mayo llegarán a Somalia, sin embargo, serán destinadas a una de las zonas menos conflictivas del país para realizar misiones de organización, apoyo y defensa de las organizaciones humanitarias que operen en la zona. "No será el objetivo del batallón alemán", dijo ayer el portavoz del Gobierno, Dieter Vogel, "ejercer presión militar o apoyar la presión ejercida por otros, aunque esto no atañe al derecho a la autodefensa".

La arriesgada apuesta del canciller Helmut Kohl de permitir que su propio Gobierno se denunciara ante el Tribunal Constitucional de Karlsruhe en el tema menor de la presencia de tripulantes alemanes en los aviones AWACS de la Alianza Atlántica que controlan las violaciones del embargo aéreo sobre Bosnia rompió completamente la polémica paralizante que enfrentaba al Gabinete conservador con la oposición socialdemócrata sobre el componente militar de la política exterior de la nueva Alemania.

SPD patético

Nada más esclarecedor que la patética reacción del SPD. De negarse a cualquier tipo de participación alemana en misiones de Naciones Unidas, pasando por la curiosa propuesta presentada en su congreso extraordinario de finales del año pasado que exigía a los soldados alemanes que fueran desarmados, los líderes socialdemócratas, pillados a contrapié por el Gobierno, se han apresurado ahora a aceptar las tesis de Kohl pidiendo simplemente un debate parlamentario y comprometiéndose a que, antes de dos semanas -el tiempo que falta para la salida de las tropas-, harían posible la reforma del artículo 26 de la Constitución.Pero este artículo, del que hasta ahora se había deducido que la Bundeswehr sólo podía actuar en misiones dentro del territorio de la Alianza Atlántica, se limita a decir que son anticonstitucionales los "actos que puedan interferir en la convivencia pacífica de los pueblos, especialmente la preparación de guerras ofensivas". Lo que el SPD pretendía era delimitar constitucionalmente la política exterior, de la que el elemento militar es consustancial. Kohl considera que ésta es una tarea del Gobierno, y el Tribunal de Karlsruhe no considera que estas misiones vayan contra el espíritu del artículo 26.

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