Cartas al director

No hay derecho

No hay derecho a que de la noche a la mañana salga la norma de cerrar todos los bares, pubs, etcétera, a las tres de la madrugada sin tener en cuenta lo que este hecho provoca socialmente. Los que han dado el visto bueno a esta saludable idea parece que no han caído en que a las tres de la madrugada no todos los jóvenes -y no tan jóvenes- que frecuentan estos locales se van tranquilamente a dormir, sino todo lo contrario: se quedan por la calle con diferentes grados (le alcoholemia, aburridos, sin saber dónde ir a continuar la tertulia, juerga y demás, habiéndose gastado -en algunos casos- cas...

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No hay derecho a que de la noche a la mañana salga la norma de cerrar todos los bares, pubs, etcétera, a las tres de la madrugada sin tener en cuenta lo que este hecho provoca socialmente. Los que han dado el visto bueno a esta saludable idea parece que no han caído en que a las tres de la madrugada no todos los jóvenes -y no tan jóvenes- que frecuentan estos locales se van tranquilamente a dormir, sino todo lo contrario: se quedan por la calle con diferentes grados (le alcoholemia, aburridos, sin saber dónde ir a continuar la tertulia, juerga y demás, habiéndose gastado -en algunos casos- casi todo el dinero que llevaban encima. ¿Y entonces, que hacen? ¿Adónde van? ¿Se han plantado ustedes esto?Pues, por lo que observo, el silogismo parece sencillo: los más pacíficos se meten en su coche o en el del amigo y, en plan turbo, se dedican a recorrer nuestras calles a ver si todavía encuentran algún local sin donde agotar las existencias físicas y económicas; los menos pacíficos se agrupan en pandillas y, o bien se sientan en las aceras y patios alrededor de alguna botella clandestina a vociferar incongruencias (como es el caso diario de mi portal), o bien, en casos extremos, a asaltar o a meterse con la persona que vuelve sola a casa; eso si no les da por ponerse en plan libidinoso y además violarla (como hace unos días, cuando un neurótico semiebrio se me coló en el ascensor y si no llega a ser porque vivo en un segundo piso a estas horas estoy más violada que la sección de cuerda de la Filarmónica).

Resumiendo, paséense ustedes a partir de las tres de la madrugada por la avenida de Aragón o por cualquier zona de marcha de Valencia donde la ley impera y recapaciten un poco sobre lo que legislan e imponen, porque, en mi opinión, hay veces que las consecuencias de un hecho pueden afectar a las personas que uno menos se puede imaginar, y en estas cosas mucha previsión es poca, pero en su caso es alarmantemente escasa. Esta ley invita al sueño a muchos ciudadanos, pero también se lo quita a más de uno y a más de dos.-

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