La mafiosa explosión de Calcuta

Un accidente revela las conexiones del poder local y la delincuencia

Hizo falta la muerte de 80 personas en una explosión accidental para que se aireara lo que era un secreto a voces: la existencia en Calcuta, la tercera ciudad más importante de la India, de una poderosa mafia que tiene comprados desde modestos policías hasta las más altas instancias del Gobierno de Bengala occidental. "Aquí no hay ningún delincuente que encabece las listas electorales como ocurre en otros Estados de la India [especialmente en Bihar]", declaró el presidente de la Cámara baja de Bengala occidental, Hashid Abdul Hamin, como aparente desmentido de las conexiones del poder y la maf...

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Hizo falta la muerte de 80 personas en una explosión accidental para que se aireara lo que era un secreto a voces: la existencia en Calcuta, la tercera ciudad más importante de la India, de una poderosa mafia que tiene comprados desde modestos policías hasta las más altas instancias del Gobierno de Bengala occidental. "Aquí no hay ningún delincuente que encabece las listas electorales como ocurre en otros Estados de la India [especialmente en Bihar]", declaró el presidente de la Cámara baja de Bengala occidental, Hashid Abdul Hamin, como aparente desmentido de las conexiones del poder y la mafia.

El último bastión comunista de India -el Partido Comunista de India (Marxista, CPI-M) gobierna aquí desde 1977- decidió recurrir al mafioso Rashid Jan cuando percibió unos seis años atrás un peligroso deslizamiento de la intención de voto de la minoría musulmana de Calcuta, que supone el 20% de los 11 millones de personas de la ciudad. El apoyo que desde entonces recibe Rashid le ha convertido en capo dei capi y nadie cree que los jueces serán capaces de declararle culpable de la explosión que sacudió a la ciudad hace dos semanas.Apenas a unos metros de la comisaría de policía de Bowbazar, Rashid estaba acumulando un importante arsenal que estalló cuando uno de sus hombres manipulaba de forma inexperta nitroglicerina. Dos edificios se derrumbaron y 80 personas perdieron la vida. El capo se encuentra en la cárcel pero conforme, corre el dinero se tiene menos seguridad de su responsabilidad.

"No se puede decir que Calcuta esté controlada por la mafia musulmana: la hindú, por ejemplo, dirige todo el negocio de la prostitución", señala Abdul Hamin, sin querer reconocer lo que es una evidencia en toda India: que la marginación que sufre la minoría musulmana ha lanzado a la delincuencia a muchos de sus miembros, sobre todo en las grandes ciudades.

Precisamente, el sentimiento de inseguridad que se ha apoderado de los musulmanes desde los disturbios de finales del año pasado y el auge del hinduismo militante que encabeza el Partido Bharatiya Janata (BJP) parecen ser dos de las razones de que Rashid tratara de protegerse con ese arsenal.

Granadas de mano

Además de la defensa contra las bandas rivales, la fabricación de granadas de mano y pequeñas bombas -27 que no explotaron se encontraron entre los escombros de los edificios- parece tener otra finalidad: su utilización durante las elecciones de panchayat (administraciones a nivel de aldeas) para asegurar el voto al CPI-M."Los hombres de Rashid controlan las zonas de Calcuta pobladas por musulmanes, especialmente el Este y el puerto, lo que permite pingües beneficios a través del extendido negocio del contrabando", indica el propietario de un comercio, que como toda la clase media de Calcuta recurre al mercado negro para abastecerse de multitud de productos, desde los cigarrillos a las bebidas alcohólicas, pasando por los electrodomésticos.

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Fuentes cercanas a la investigación del caso señalan que Rashid paga 450 rupias mensuales (unas 1.800 pesetas) a cada agente de la policía. El sueldo de éstos es de 1.800 rupias por mes. Los pagos a los oficiales, a los jefes y a los altos funcionarios del Gobierno se realizan frecuentemente en especies o en favores que el capo realiza complaciente. Rashid tiene incluso comprada a la oposición bengalí, es decir al Partido del Congreso que dirige el Gobierno central indio. "Así se asegura un valioso silencio", afirman las mismas fuentes.

Sin recursos, sin educación, sin empleo, la minoría musulmana de Calcuta ve en este hombre que de vez en cuando hace donaciones de comida y ropa a un héroe. "Es alguien que ha logrado abrirse camino, que ha roto las barreras que a ellos les oprimen", dice un sociólogo bengalí. Menos del 2% de los funcionarios bengalíes son musulmanes.

En la ciudad de la Madre Teresa también vive una minoría católica -un 2%- que asegura mantenerse al margen de la mafia y del Gobierno. "Nosotros", dice un industrial, "tampoco participamos en las luchas entre hindúes y musulmanes".

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