LA CONTAMINACION ACÚSTICA

El ruido concreto de una alarma, la música estridente de un bar de copas o el tocadiscos del vecino del tercero son fácilmente identificables y denunciables con precisión.Pero otros ruidos de la ciudad, menos perseguibles por ser de autor desconocido o disperso, hacen peligrar la salud y los nervios de más de un millón de madrileños que residen en la almendra de la capital, la zona delimitada por la circunvalación M-30. Eso se llama contaminación acústica y es constante, difusa y anónima. Causa estrés, irritabilidad, hipertensión y fatiga.. Su principal responsable es el tráfico, y el a...

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El ruido concreto de una alarma, la música estridente de un bar de copas o el tocadiscos del vecino del tercero son fácilmente identificables y denunciables con precisión.Pero otros ruidos de la ciudad, menos perseguibles por ser de autor desconocido o disperso, hacen peligrar la salud y los nervios de más de un millón de madrileños que residen en la almendra de la capital, la zona delimitada por la circunvalación M-30. Eso se llama contaminación acústica y es constante, difusa y anónima. Causa estrés, irritabilidad, hipertensión y fatiga.. Su principal responsable es el tráfico, y el aumento constante de automóviles y bocinas constituye el peor presagio.

Un martillo para los oídos

Los martillos neumáticos son una importante fuente de contaminación sonora. Su intensidad alcanza los 120 decibelios, y el umbral del dolor se sitúa en 130. Los obreros suelen colocarse cascos, pero los transeúntes y los vecinos han de soportar el ruido sin escudos. La foto, tomada en agosto, corresponde a las obras para el metro de la Ciudad Universitaria.

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