Muere el pintor Hernando Viñes, último superviviente de la Escuela de Paris

El pintor Hernando Viñes, que era el último superviviente de la Escuela de París, ha fallecido a los 88 años de edad, el pasado día 24, en París, la ciudad que le vio nacer en 1904. Viñes era el último representante español vivo de la citada escuela, una denominación que se suele aplicar con excesiva indiscriminación a todo artista contemporáneo de nuestro país que ha pasado una temporada más o menos larga a orillas del Sena, pero que en realidad debe referirse sólo a la obra de unos cuantos de nuestros vanguardistas históricos.

A aquellos que, durante las décadas de entreguerras, desar...

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El pintor Hernando Viñes, que era el último superviviente de la Escuela de París, ha fallecido a los 88 años de edad, el pasado día 24, en París, la ciudad que le vio nacer en 1904. Viñes era el último representante español vivo de la citada escuela, una denominación que se suele aplicar con excesiva indiscriminación a todo artista contemporáneo de nuestro país que ha pasado una temporada más o menos larga a orillas del Sena, pero que en realidad debe referirse sólo a la obra de unos cuantos de nuestros vanguardistas históricos.

A aquellos que, durante las décadas de entreguerras, desarrollaron una estética entre el poscubismo y el surrealismo, pero, sobre todo, un refinado gusto pictoricista moderno, tal y como efectivamente se manifestó en los cuadros de Bores, Peinado, Manuel Ángeles Ortiz, Cossío, De la Serna o el propio Viñes.Pero volviendo sobre su biografía, que felizmente se ha dilatado hasta casi convertirle en un nonagenario siempre lúcido y activo, hay que señalar que Hernando Viñes había nacido en París porque allí residía su padre, José Viñes Roda, de estirpe catalana y casado con María Soto, hija a su vez del que había sido presidente de la República de Honduras, Aurelio Marco Soto. El conocimiento de este mapa familiar, así como el hecho de saber que su tío paterno, Ricardo, fue un notable músico, un pianista discípulo de Albéniz, puede servir para explicar el talante cosmopolita, cultivado y sensible que caracterizó a este pintor a lo largo de toda su vida.

De esta manera, a diferencia de la mayoría de los artistas españoles con inquietudes, Viñes se trasladó de París a Madrid en 1915, con 11 años, por culpa de la 1 Guerra Mundial, pero regresando a Francia tres años después, ya con una decidida inclinación por el arte.

Aprendizaje en París

En París estudió pintura en los talleres de André Lhote, Maurice Denis y Severini, pero esta formación cultural y artística netamente francesa no borró sus señas de identidad y su constante confraternización con la colonia española de París.De hecho, no dejó de ser significativo al respecto la participación de Viñes en algunos de los frentes vanguardistas españoles de los años veinte y treinta, como la exposición del Jardín Botánico de 1929, donde estuvo flanqueado por algunos de sus mejores camaradas y amigos, como Bores, Cossío, Gris, de la Serna, Olivares, Peinado, Picasso, Pruna, Manolo, Gargallo, Fenosa, etcétera.

Poniendo asimismo en evidencia sus inclinaciones musicales de raíz familiar, realizó, junto a Manuel Ángeles Ortiz, los decorados y figurines de El retablo del maese Pedro, de Manuel de Falla, el cual dirigió personalmente la orquesta con motivo de la representación que tuvo lugar en París el año 1923. En 1931, Hernando Viñes contrajo matrimonio con Lulú Jourdain, hija del celebre escritor y artista francés Francis Jourdain.

Entre el cubismo y el surrealismo, pero más afín al primero que al segundo, la obra de Hernando Viñes fue madurando un estilo personal contenido y elegante, donde las armonías galas no asfixiaban un sentido del color brillante, vistoso, algo fauve, lo que le hizo siempre destacar en un género como el paisaje. En cierta manera, por sus características' biográficas y sus tendencias personales, este pintor de una modernidad encalmada es una raris avis dentro de la convulsa historia del arte español contemporáneo, pero una rara avis cuya calidad le ha hecho remontar las alturas de nuestra pintura y así quedará, escrito en el futuro.

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