Derechazos en Siberia

Hernández / Zamora, A. Sánchez, J. Sánchez

Novillos de Domingo Hernández, muy bien presentados, encastados, nobles. Julián Zamora: pinchazo hondo tendido, pinchazo y estocada corta delantera contraria; el presidente le perdonó un aviso (silencio); media delantera ladeada perdiendo la muleta, pinchazo, otro hondo y descabello (silencio). Andrés Sánchez: pinchazo perdiendo la muleta, media estocada tendida caída, rueda de peones y descabello; el presidente le perdonó un aviso (silencio); dos metisacas bajísimos -aviso con dos minutos de retraso-, pinchazo y des...

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Hernández / Zamora, A. Sánchez, J. Sánchez

Novillos de Domingo Hernández, muy bien presentados, encastados, nobles. Julián Zamora: pinchazo hondo tendido, pinchazo y estocada corta delantera contraria; el presidente le perdonó un aviso (silencio); media delantera ladeada perdiendo la muleta, pinchazo, otro hondo y descabello (silencio). Andrés Sánchez: pinchazo perdiendo la muleta, media estocada tendida caída, rueda de peones y descabello; el presidente le perdonó un aviso (silencio); dos metisacas bajísimos -aviso con dos minutos de retraso-, pinchazo y descabello (silencio). José Ignacio Sánchez: tres pinchazos y estocada trasera (aplausos y saludos); pinchazo, estocada y tres descabellos; el presidente le perdonó un aviso (aplausos y saludos). Plaza de Valdemorillo, 4 de febrero. Primera corrida de feria. Cerca del lleno.

Empezó la temporada, con ella la cuenta de derechazos, estábamos en Valdemorillo y aquello parecía Siberia. Ver toros en Siberia, mientras un gélido viento racheado azota los rostros de la afición y le pone malo el cuerpo tiene tiene mérito; y si además los toreros se ponen a dar derechazos, eso ya la hace acreedora a la medalla al sufrimiento taurino Los aficionados tienen ganada esa medalla con creces, pues aun que saben que las primarias valdemorillanas comportan riesgo de pulmonía, cada año acuden por San Blas al pueblecito serra no y reafirman allí su afición, así caigan chuzos de punta. Todo sea por la fiesta.Lo malo es que la fiesta no corresponde. La torería está infectada por el virus del derechacismo, el cual se manifiesta en un toreo derechacista pertinaz, y al final los aficionados han de salir corriendo para tomarse algo que les cure el empacho de derechazos. Suele ser un whisky, según se ha podido comprobar. Algunos, dos.El derechacismo irrumpió ya en el novillo que inauguró función y feria: Julián Zamora le pegó tres largas tandas de derechazos, una cortita de naturales, y volvió a lo anterior con irrefrenable denuedo. Sería injusto insistir en el derechacismo de Julián Zamora, sin embargo, pues esa enfermedad la padece todo el escalafón coletudo, empezando por las figuras de postín. Eso es lo malo. Como las figuras no paran de pegar derechazos, han provocado la epidemia.Gran sorpresa se produce, en cambio, cuando aparece un torero que es inmune al virus, pisa la arena con la fortaleza propia de los elegidos y no le da la gana de pegar derechazos. Y eso fue lo que también ocurrió en el valdemorillano coliseo (portátil, débese precisar), para jubiloso consuelo de la aterida afición. El torero antiderechacista se llama José Ignacio Sánchez -¡un nombre para un romance!- y procedió así: apenas preludiada la faena, ya se había echado la muleta a la izquierda y ya estaba ligando naturales con la técnica de los buenos lidiadores y la gracia de los artistas inspirados.

El toreo al natural de José Ignacio Sánchez, sorpresas aparte, fue de los que se degustan y luego se recuerdan con delectación. Pero aún hubo más: imprimió estilo al toreo complementario en redondo y conmocionó el cotarro al recibir por verónicas al sexto; unas verónicas desvaneciendo en el temple la violenta embestida del novillo y atemperando sus muchos pies a la suave lentitud del lance.La novillada tuvo casta y ahí estuvo el problema mayor de los diestros. Zamora lo afrontó con valor y no le arredró que le volteara el cuarto. Andrés Sánchez, arrollado al iniciar de rodillas su primera faena, muleteó animoso e intentó ejecutar las suertes con empaque, no siempre conseguido. José Ignacio Sánchez tampoco pudo redondear sus faenas, tan ricas en detalles. La codicia de los novillos ponía límites a la voluntad de agradar. Ahora bien, el pundonor de los toreros abre cauces de esperanza. Los tres podrían triunfar si se curaran del derechacismo galopante. Hay remedio: gustarse en el toreo al natural es la mejor medicina. Quien toree con gusto al natural, es capaz de convertir la Siberia valdemorillana en las mismísimas Bahamas. Algo maravilloso: se verían bikinis allí, en vez de tanta pelliza y tanta boina.

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