Cabinda, el pulmón petrolero de Angola

EE UU trata de frenar las ambiciones de su antiguo aliado Savimbi

"Pensé que iba a morir, y nadé, nadé con todas mis fuerzas, a través de las balas que la UNITA nos disparaba desde la orilla a todos los que intentábamos escapar por la única salida que quedaba libre, a través del río Congo. Cerca de mí sentí cómo compañeros de fuga morían bajo la metralla o ahogados". Fernando Marcos, policía angoleño, logró huir de Soyo, la ciudad situada en el norte de Angola que hace dos semanas cayó en poder de la guerrilla. Relatos como el suyo se cuentan ya por decenas en Cabinda, el enclave angoleño que navega como una isla, más al norte, dentro del inmenso territorio ...

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"Pensé que iba a morir, y nadé, nadé con todas mis fuerzas, a través de las balas que la UNITA nos disparaba desde la orilla a todos los que intentábamos escapar por la única salida que quedaba libre, a través del río Congo. Cerca de mí sentí cómo compañeros de fuga morían bajo la metralla o ahogados". Fernando Marcos, policía angoleño, logró huir de Soyo, la ciudad situada en el norte de Angola que hace dos semanas cayó en poder de la guerrilla. Relatos como el suyo se cuentan ya por decenas en Cabinda, el enclave angoleño que navega como una isla, más al norte, dentro del inmenso territorio de Zaire.

A través de la frontera zaireña, marcada por el río, todos los días llegan nuevos refugiados a Cabinda, ese pequeño territorio, rebosante de petróleo, que los informes militares angoleños apuntan será el próximo objetivo de la UNITA."Cuando logré llegar hasta la isla, a mitad de camino de la otra orilla del gran río, me, encontré con otros refugiados; en canoas seguimos la huida rumbo a Zaire", relata Fernando Francos, sargento de 25 años de la policía nacional angoleña, superviviente de la batalla de Soyo. Para poder llegar a Cabinda, Francos dice que tuvo que deshacerse de su uniforme. "Como los soldados zalreños son amigos y aliados de la UNITA, retienen y maltratan a los huidos angoleños que se identifican como tropa o miembros de la policía", añade. Unos sesenta compañeros suyos, que no tuvieron su picardía de hacerse pasar por civiles, se hallan detenidos en Zaire. Para Luanda, esto constituye una nueva prueba de la colaboración que el régimen del país vecino presta a los rebeldes.

Cabinda es el punto controlado por las fuerzas gubernamentales del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) más cercano al teatro de la derrota de Soyo. Se trata de un territorio de poco más de 7.200 kílómetros de superficie que, por los caprichos de los trazados coloniales, se quedó sin vínculos terrestres con el resto del país. La riqueza de sus yacimientos petrolíferos, más grande aúnque la de los de Soyo, ha convertido el enclave en uno de los pulmones económicos del Gobierno de Angola. Su conquista es el paso que Jonas Savimbi, el líder de la guerrilla, deberá dar para allanar el camino hacia Luanda. Mientras, los recursos del MPLA ya han sufrido un duro golpe con la toma de Soyo y los yacimientos de diamantes.

Francos, al igual que otros huidos, está ya preparado para participar en la defensa del enclave si la UNITA, como amenazó la semana pasada, ataca Cabinda. Rui Madeira Santos, director portugués del principal hotel de la ciudad, asegura que los miembros de la colonia portuguesa no piensan abandonar la ciudad "hasta el último momento". María Luisa Lafuente, misionera mercedaria y única española residente en Cabinda, tampoco piensa escapar. "Si aguanté el horror de la guerra del 75, cuando se marcharon los portugueses, podré con esto también", dice mientras atiende su pabellón de enfermos infecciosos.

La advertencia de Estados Unidos contra su antiguo aliado Jonas Savimbi para que no cumpla su desafío contra las plataformas donde reina la empresa estadounidense Chevron, parece haber alejado el peligro. "Nunca se sabe con él", explica el gobernador de Cabinda, Augusto Silva Tomas, al referirse al jefe de la guerrilla. Silva asegura que el peligro se mantiene, puesto que Ias tropas de la UNITA, Zaire y mercenarios blancos siguen concentradas en las fronteras, listas para el ataque".

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