Naturaleza o muerte

Escritores y artistas españoles comparten una visión pesimista del estado medioambiental del planeta

La generación del 98 ha sido descrita como la primera generación de excursionistas. Las catástrofes sociales ocurridas desde entonces en España parecen haber desterrado tanto los libros de viajes como la misma preocupación por la naturaleza entre nuestros escritores. El intelectual tipo de los 90 oscila entre una visión apocalíptica del estado medioambiental del planeta y el desdén por los datos científicos que sostendrían esa imagen. Hay grados y matices, pero todos coinciden en señalar que el hombre es una especie en extinción, de la que lo único que no sabemos, como dice Miguel Delibes, es ...

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La generación del 98 ha sido descrita como la primera generación de excursionistas. Las catástrofes sociales ocurridas desde entonces en España parecen haber desterrado tanto los libros de viajes como la misma preocupación por la naturaleza entre nuestros escritores. El intelectual tipo de los 90 oscila entre una visión apocalíptica del estado medioambiental del planeta y el desdén por los datos científicos que sostendrían esa imagen. Hay grados y matices, pero todos coinciden en señalar que el hombre es una especie en extinción, de la que lo único que no sabemos, como dice Miguel Delibes, es "el turno que nos toca

Agujero de ozono, efecto invernadero, cambio climático, lluvia ácida, biodiversidad... resultan términos demasiado abstractos si se comparan con desastres tan físicos como limpieza étnica, las ciudades de la muerte de Somalia o el asesinato en Madrid de la dominicana Lucrecia Pérez. Tal vez por eso el escritor Félix de Azúa afirma que "ya no existen seres humanos, sino elementos técnicos al servicio de las burocracias militares". Su punto de vista es radicalmente pesimista sobre el futuro del planeta: "La destrucción es imparable. No se puede hacer nada desde los Estados o los organismos técnicos internacionales. Es todo un montaje hipócrita". Para el autor de Cambio de bandera, no habrá solución "mientras no se toque el corazón del dinero occidental, mientras no ocurra una catástrofe como la de Chernóbil en el centro de Nueva York".En términos similares se expresa José Luis Cuerda, director de películas como El bosque animado o La marrana. "Me preocupa más el medio ambiente moral que el físico. Veo la destrucción de la naturaleza como un síntoma de la degradación del ser humano". Cuerda, como Azúa, no quiere "entrar al trapo" de calcular las toneladas de residuos tóxicos que se vierten sin control en España o de citar especies animales amenazadas. "Sí existe una especie en peligro de extinción", dice Cuerda con sorna, "la de las personas que tienen razón".

Lo peor, los plásticos

Antonio Muñoz Molina, que reconoce abiertamente tener una visión apocalíptica de la destrucción del planeta, dice conocer a sus responsables: "El desarrollo capitalista y el motor de explosión". Para la pintora sevillana Carmen Laffón, lo peor son "los plásticos, el descuido de las playas, la suciedad del mar, los vertederos a las puertas de los pueblos, los arroyos secos convertidos en basureros... Hay paisajes que prefiero soñarlos".A este respecto, el escritor vasco Mario Onaindía achaca la suciedad a la "relación de desprecio de los ciudadanos con el lugar en el que vive, sobre todo en Madrid". Onaindía, que dice tener una visión muy abstracta de la naturaleza, cree que existe "una mentalidad de izquierdas muy catastrofista, tal vez porque el alzamiento del proletariado acabó en otro tipo de catástrofe".

Sin exageraciones y con conocimento de causa, el escritor Miguel Delibes afirma ser muy pesimista: "No tiene sentido oponer el hombre a la naturaleza. El hombre es naturaleza, y lo único que no sabemos es el turno que nos toca. Antes fueron los cangrejos, los olmos... Ahora, las perdices -no he podido cazar perdices este año en Castilla porque, simplemente, no había-; o salvamos a la humanidad o dejamos que se hunda en la inconsciencia".

Para el autor de El último coto, "los gobiernos no se ocupan tanto de la naturaleza como hablan" y pone de ejemplo el desastre de la marea negra provocada por el embarrancamiento del buque Mar Egeo en La Coruña y el sinfín de medidas de seguridad que aún no son de obligado cumplimiento como es la necesidad del doble casco en los petroleros. En su opinión, el peor espectáculo de la degradación ecológica de la Tierra es el debilitamiento de la capa de ozono. "He visto las fotos de los corderos ciegos de la Patagonia y de los indios con gafas de sol. Es aterrador. Éste es el principal problema que tiene el mundo".

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