Un estudio sobre el gato montés español propone modificar la teoría de la evolución

El gato salvaje tiene un cerebro mayor y más neuronas que el doméstico, según las conclusiones de un equipo de científicos formado por dos españoles y un estadounidense. El estudio se ha centrado en el gato montés español y la relación entre el tamaño del cerebro y el número de neuronas con la evolución de las especies. Ha sido publicado esta semana en la revista Journal of Neuroscience, de Estados Unidos, con amplia repercusión en sus medios de comunicación.

Los investigadores, Carmen Cavada y Fernando Reinoso Suárez, de la Universidad Autónoma de Madrid, y Robert Williams, ...

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El gato salvaje tiene un cerebro mayor y más neuronas que el doméstico, según las conclusiones de un equipo de científicos formado por dos españoles y un estadounidense. El estudio se ha centrado en el gato montés español y la relación entre el tamaño del cerebro y el número de neuronas con la evolución de las especies. Ha sido publicado esta semana en la revista Journal of Neuroscience, de Estados Unidos, con amplia repercusión en sus medios de comunicación.

Los investigadores, Carmen Cavada y Fernando Reinoso Suárez, de la Universidad Autónoma de Madrid, y Robert Williams, de la Universidad de Tennessee, han estudiado el sistema visual del gato montés español porque es el único gato que ha conservado 20.000 años las características de estos animales salvajes del pleistoceno. Los neurocientíficos demuestran que el cerebro del gato montés español es considerablemente mayor y contiene hasta un 50% más de neuronas que el cerebro de su descendiente el gato doméstico, pero el espesor del cráneo de este último es el doble que en el gato salvaje. El tamaño de las neuronas es el mismo.

Durante el periodo fetal, el número de células es igual en ambas especies, sostienen los investigadores, pero ciertos grupos de neuronas mueren justo antes del nacimiento. El gato salvaje mantiene células nerviosas que permiten la visión en color, lo que le sirve para cazar en la brillante luz solar de la península Ibérica. El gato doméstico descarta la mayor parte de estas células y desarrolla más las que le permiten la visión nocturna y la detección de movimiento. El trabajo es el primero de tipo experimental que relaciona la muerte de células en el nacimiento con la evolución del cerebro, según el diario The New York Times.

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