Editorial:

"No pasa nada"

CARLOS ANDRÉS Pérez, presidente de Venezuela, afirmaba anteanoche que la situación en su país era de absoluta tranquilidad y que el estamento militar le era fiel hasta el último hombre. Menos de 24 horas después se veía obligado a afirmar con igual convicción que la más reciente intentona golpista estaba "siendo controlada". Es la segunda en lo que va de año. La anterior, en febrero, también fue controlada, y su dirigente, el teniente coronel Chaves, encarcelado. Lo que no le ha impedido encabezar esta segunda versión, y al frente de semejantes fuerzas.La combinación entre un duro plan de est...

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CARLOS ANDRÉS Pérez, presidente de Venezuela, afirmaba anteanoche que la situación en su país era de absoluta tranquilidad y que el estamento militar le era fiel hasta el último hombre. Menos de 24 horas después se veía obligado a afirmar con igual convicción que la más reciente intentona golpista estaba "siendo controlada". Es la segunda en lo que va de año. La anterior, en febrero, también fue controlada, y su dirigente, el teniente coronel Chaves, encarcelado. Lo que no le ha impedido encabezar esta segunda versión, y al frente de semejantes fuerzas.La combinación entre un duro plan de estabilización y la persistencia de la ineficacia y corrupción de la Administración es el caldo de cultivo en que germina el golpismo que desde hace años amenaza a Venezuela. Es cierto que la experiencia de dos décadas demuestra que el golpismo y el populismo que conlleva siempre no sólo no resuelve, sino agrava, esos males. Pero también que su enquistamiento rodea al golpismo de un halo salvador capaz de seducir a sectores de la población, y singularmente de la juventud. El crecimiento económico producido el último año no ha ido acompañado de iniciativas de integración social, y la persistencia de la inseguridad ciudadana y la ineficacia de la justicia han dado alas a estos aventureros reincidentes. Pero sólo merecen fracasar.

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