Cartas al director

Cuba

Cada vez son más los turistas que recibe Cuba, y entre ellos se encuentran bastantes españoles. Seguramente, una buena parte de nosotros no sólo nos hemos dedicado a disfrutar del maravilloso y exótico paisaje caribeño, sino que, además, hemos podido comprobar la cordialidad y hospitalidad de sus gentes y su afán de relacionarse ante su prolongado aislamiento exterior.Se dice que quien haya conocido Cuba regresará. Pero, además, comprenderá que el pueblo cubano no es culpable de la hermética situación política mantenida por el PCC, ni mucho menos de la crisis económica que está produciendo el ...

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Cada vez son más los turistas que recibe Cuba, y entre ellos se encuentran bastantes españoles. Seguramente, una buena parte de nosotros no sólo nos hemos dedicado a disfrutar del maravilloso y exótico paisaje caribeño, sino que, además, hemos podido comprobar la cordialidad y hospitalidad de sus gentes y su afán de relacionarse ante su prolongado aislamiento exterior.Se dice que quien haya conocido Cuba regresará. Pero, además, comprenderá que el pueblo cubano no es culpable de la hermética situación política mantenida por el PCC, ni mucho menos de la crisis económica que está produciendo el salvaje embargo de Estados Unidos. Quizá los argumentos para la comprensión popular de esa rigidez política provengan de dos vías: por una parte, como defensa ante los efectos que el férreo bloqueo ocasiona, y, por otra, comparando Cuba con el grave deterioro socioeconómico que sufre buena parte de los países de su entorno.

La forma de cómo debe evolucionar el país es una cuestión que ha de ser afrontada por los propios cubanos empleando la cordura y la racionalidad que imperan en un pueblo que no desea la violencia, y que, por otra parte, guarda una fidelidad incuestionable hacia su patria.

Nuestros responsables de relaciones exteriores, y, por ende, el Gobierno, seguramente son conscientes del estado de penuria en que vive actualmente el entrañable pueblo cubano, y, al margen de alineamientos o intransigencias, España debería comprometerse, pese a quien pese y no sólo de corazón, a sacar a Cuba de ese pozo sin fondo y con ello evitar que estalle el polvorín.-

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