LA MAESTRANZA

"Lo mismo, pero mas despacio"

Todo un tratado de tauromaquia en cinco palabras. "Lo mismo, pero más despacio" dijo una voz desde el tendido El destinatario, Enrique Ponce, que acababa de malgastar la boyante embestida de su primer toro en una serie de derechazos superficiales, a velocidad de vértigo. "Lo mismo pero más despacio", y Ponce aceptó el consejo. La siguiente serie, también por la derecha, fue un tratado de cómo hay que torear: la suerte cargada, templado, despacio... y la plaza vibró. Pero el toro era un toro... y Ponce se olvidó del consejo.Después, otra voz se dirigió a Aparicio: "Estírate, Julio", pero Julio ...

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Todo un tratado de tauromaquia en cinco palabras. "Lo mismo, pero más despacio" dijo una voz desde el tendido El destinatario, Enrique Ponce, que acababa de malgastar la boyante embestida de su primer toro en una serie de derechazos superficiales, a velocidad de vértigo. "Lo mismo pero más despacio", y Ponce aceptó el consejo. La siguiente serie, también por la derecha, fue un tratado de cómo hay que torear: la suerte cargada, templado, despacio... y la plaza vibró. Pero el toro era un toro... y Ponce se olvidó del consejo.Después, otra voz se dirigió a Aparicio: "Estírate, Julio", pero Julio no la oyó. Lo que le interesaba era averiguar cómo huía de la forma menos lamentable posible.

Torrealta / Romero, Ponce, Aparicio

Toros de Torrealta, con trapío; nobles, excepto 3º y 5º.Curro Romero: pitos; bronca. Enrique Ponce: vuelta; aviso y vuelta Julio Aparicio: silencio; pitos. Asistieron el Rey, el Príncipe de Asturias y la infanta Cristina. Plaza de la Maestranza, 12 de octubre. Corrida de la Cruz Roja. Tres cuartos de entrada.

A Curro le dijeron de todo, pero sin ánimo de molestar. Las broncas no fueron ni amonestaciones. Cualquiera sabe cómo eran los toros que le tocaron a Curro. No le gustaron. Los curristas se conforman: no es lícito exigirle a un artista dos obras de arte en 10 días.

Ponce tenía la obligación de cortar la oreja de su primero, por la boyantía del animal. No fue capaz. Sólo una serie de calidad, un vano intento al natural y adornos varios. En el quinto, no se movió ante los parones y derrochó emoción ante el peligro. Pudo cortar oreja si no falla con el descabello.

Aparicio mataba su sexta corrida este año en Sevilla. Ha confirmado que las esperanzas depositadas en él eran infundadas. Es el colmo de la incapacidad, de la inseguridad y de la falta de recursos. Sin valor ni ilusión, dio toda una lección de cómo hay que huir de los toros sin pasar desapercibido.

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