EL FUTURO DE EUROPA

El 'sí' no basta

No bastaba con que ganase el . Tras abrirse las urnas en Francia, diversas fuentes diplomáticas expresaban su opinión de que el resultado positivo supondría un respiro para la integración europea, pero no bastaría para darle un nuevo impulso. El controvertido tratado de Maastricht podrá sobrevivir, pero para que entre en vigor quedan aún numerosas incógnitas por despejar, empezando por la ratificación del Reino Unido y la vinculación de Dinamarca con la futura Unión Europea.Más allá de estos dos escollos -el tratado no puede, en teoría, entrar en vigor si no lo ratifican los Doce-, el...

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No bastaba con que ganase el . Tras abrirse las urnas en Francia, diversas fuentes diplomáticas expresaban su opinión de que el resultado positivo supondría un respiro para la integración europea, pero no bastaría para darle un nuevo impulso. El controvertido tratado de Maastricht podrá sobrevivir, pero para que entre en vigor quedan aún numerosas incógnitas por despejar, empezando por la ratificación del Reino Unido y la vinculación de Dinamarca con la futura Unión Europea.Más allá de estos dos escollos -el tratado no puede, en teoría, entrar en vigor si no lo ratifican los Doce-, el francés será insuficiente, porque, históricamente, la contrucción europea ha avanzado en momentos de bonanza económica y no en períodos de vacas flacas como éste.

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Desde que el 2 de junio una corta mayoría de daneses rechazó Maastricht en un referéndum, Copenhague busca afanosamente fórmulas que mantengan sus lazos con la CE sin asumir los aspectos del tratado que, supuestamente, más merman su soberanía. A principios de octubre presentará a sus socios un libro blanco, que baraja varias opciones. Apenas han trascendido las ideas recogidas en el documento pero parece que sus ideas son muy similares a las de la oposición de izquierdas en el Folketing (Parlamento).

El socialdemócrata SDP se pronunció el 13 de septiembre a favor de pedir dos grandes exenciones a Maastricht: la no participación en la política común de seguridad -pues rechazó la afiliación a la Unión de Europa Occidental- y en la tercera fase de la unión monetaria, que comporta la creación de un banco central europeo y una moneda común.

Otras reivindicaciones menores del SDP conciernen a la obtención de garantías de que Dinamarca podrá desarrollar su propia política social y el mantenimiento de la influencia de los pequeños Estados en el seno de la CE. También rechazan el concepto de ciudadanía europea.

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Cuando haya logrado todas o parte de estas reivindicaciones, el primer ministro danés, Poul Schlüter tiene la intención de convocar un nuevo referéndum "sobre nuevas bases políticas", es decir, que planteará a los daneses una pregunta diferente con la esperanza de que una respuesta positiva le permita mantener a Dinamarca enganchada al tren europeo.

Muy distinta tendrá que ser la pregunta para hacer cambiar de opinión al 57% de los daneses, ya el 6% más que en junio, que en los últimos sondeos preconizan el no a Maastricht. El único Estado miembro comprensivo con las tesis danesas ha sido el Reinó Unido, hasta el punto de que su Gobierno ha indicado que no someterá el tratado a ratificación antes de que quede resuelto el caso danés, lo que, en el mejor de los casos, no sucederá hasta la primavera. El visto bueno británico al tratado peligra incluso a causa del auge del sentimiento anti-Maastricht en las filas de la oposición laborista.

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