Cartas al director

Ribbentrop, no Goering

Me precio de ser uno de los muchos millones de españoles leales a EL PAÍS desde que salió a la calle el número inicial, y, aunque algunas veces se produjeran algunas lagunas informativas, el magnífico contenido de sus páginas las hacían olvidar, porque es de humanos errar. Lamentablemente, en esta ocasión los errores son de bulto, y si deseo hacerlos resaltar en estas líneas no es por notoriedad por mi parte. Me basta con que en su día rectifiquen los errores.En el suplemento del pasado domingo 19 de julio aparece una fotografía referente al diario aparecido en Rusia del que fuera ministro de ...

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Me precio de ser uno de los muchos millones de españoles leales a EL PAÍS desde que salió a la calle el número inicial, y, aunque algunas veces se produjeran algunas lagunas informativas, el magnífico contenido de sus páginas las hacían olvidar, porque es de humanos errar. Lamentablemente, en esta ocasión los errores son de bulto, y si deseo hacerlos resaltar en estas líneas no es por notoriedad por mi parte. Me basta con que en su día rectifiquen los errores.En el suplemento del pasado domingo 19 de julio aparece una fotografía referente al diario aparecido en Rusia del que fuera ministro de Propaganda del III Reich Joseph Góbbels (Goebels fonéticamente). En el pie de foto leemos: "El primer ministro británico, Chamberlain, a la izquierda, con el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Goering" (Góring gramaticalmente).

Góring no fue nunca ministro de Asuntos Exteriores, sino mariscal de campo del III Reich, y no está en la fotografía. Quien aparece en el fondo de la foto, luciendo sobre la solapa del abrigo el águila imperial de oro del partido nazi es el verdadero ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joachim von Ribbentrop (anteriormente representante de vinos), y el otro personaje escorado hablando con Chamberlain es el intérprete, Paul Schmidt, encargado posteriormente por HitIer de redactar el memorándum que el político inglés mostraría gozoso al descender del avión que le devolvió a Londres, seguro de haber evitado la entrada de los alemanes en Checoslovaquia, y con ello eliminado el peligro de un conflicto bélico-

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