Crítica:

'Made in Japan'

Concierto especial Día de Japón

Ryuichi Sakamoto, Orquesta de la Luz y Ryoko Monyarria. Precio: 1.000 pesetas. 3.900 personas. Sevilla, 20

de julio. Auditorio de la Expo.

El pabellón de Japón, organizador del concierto, había editado un folleto en el que invitaba a los asistentes a introducirse en la cultura de su país a través de tres de sus mejores representantes musicales. Ryoko Moriyama, la Orquesta de la Luz y Ryuichi Sakarnoto. Moriyama, una especie de Barbra Streisand con el apéndice nasal reducido, terminó su actuación recitando a Lorca y cantando el...

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Concierto especial Día de Japón

Ryuichi Sakamoto, Orquesta de la Luz y Ryoko Monyarria. Precio: 1.000 pesetas. 3.900 personas. Sevilla, 20

de julio. Auditorio de la Expo.

El pabellón de Japón, organizador del concierto, había editado un folleto en el que invitaba a los asistentes a introducirse en la cultura de su país a través de tres de sus mejores representantes musicales. Ryoko Moriyama, la Orquesta de la Luz y Ryuichi Sakarnoto. Moriyama, una especie de Barbra Streisand con el apéndice nasal reducido, terminó su actuación recitando a Lorca y cantando el Amor eterno de Candilejas. Inmediatamente después, llegó La Orquesta de la Luz, una superbanda de 12 músicos nipones que, increíblemente, fabrica una salsa tan caliente y sabrosa como si su pasaporte hubiese sido expedido en alguna isla caríbeña. Y para cerrar la velada, Ryuichi Sakarnoto, un pianista y compositor multiúsos que alternó el plano clásico con las bandas sonoras y los ritmos más discotequeros.Y es que los japoneses son esponjas. Absorben con naturalidad y sin prejuicios cuanto les interesa. Devoran con fruición las músicas que les rodean hasta que éstas pasan a formar parte de su organismo. La digestión puede resultar pesada, pero los resultados son magníficos. Así, Sakarnoto. es el prototipo de creador ecléctico, abierto a los proyectos más dispares y los sonidos menos tópicos. No en vano dicen que el autor de Mar Mediterráneo, la pieza sinfónica que sonará en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona, es un renacentista de la nueva era.

Inició su actuación interpretando, sentado en solitario al piano, su última banda sonora: Tacones lejanos. A partir de ese momento cada nota fue un paso adelante, la sucesión de peldaños en una escalera de subida. Vestido con un traje oscuro y una camisa amarilla, diseñados, como es costumbre en él, por algún modista de primera línea, apostó por un comienzo tranquilo y cinematográfico. Nada más recordar la última de Almódóvar aparecieron los músicos. Dos violines eléctricos, bajo y guitarra para la música de El último emperador.

"Es la mejor tarjeta de visita posible", reconoce.

Sakarnoto, que ganó un oscar con esta banda sonora, arriesgó mucho interpretándola tan pronto. El público, que hizo amago de abandonar el Auditorio, se vio frenado por las percusiones de Baile tibetano, los efectos visuales de MA Y in the backyard y la riqueza armónica de Asadoya yunta. Con Calling from Tokio y Heartbeat, esta última título de su nuevo disco, quedó definitivamente enganchado. Ritmos de baile entre Roxy Music y Chic. Rap y house para realizar, dice, "un viaje al útero materno". El hombre que encarnó al capitán Yanoi en Feliz Navidad, míster Lawrence tiene una banda de calidad, y practica con ella una música amplia.

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