EL DEBATE EUROPEO

Inseguridad entre los partidarios del 'si' en el referéndum de Irlanda

El Gobierno irlandés lo apuesta todo al . El primer ministro, Albert Reynolds, empleó ayer los términos más dramáticos para rogar a sus compatriotas que aprobaran, en el referéndum de mañana, el Tratado de Maastricht. El mensaje de Reynolds fue televisado a las nueve de la noche, hora de máxima audiencia, y supuso la culminación de la frenética campaña oficial a favor de un sí cada vez menos seguro.

Si el resultado fuera negativo, lo cual no parece imposible de acuerdo con las últimas encuestas (60% a favor y 40% en contra, pero con un enorme 24% de indecisos), todos los pa...

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El Gobierno irlandés lo apuesta todo al . El primer ministro, Albert Reynolds, empleó ayer los términos más dramáticos para rogar a sus compatriotas que aprobaran, en el referéndum de mañana, el Tratado de Maastricht. El mensaje de Reynolds fue televisado a las nueve de la noche, hora de máxima audiencia, y supuso la culminación de la frenética campaña oficial a favor de un sí cada vez menos seguro.

Si el resultado fuera negativo, lo cual no parece imposible de acuerdo con las últimas encuestas (60% a favor y 40% en contra, pero con un enorme 24% de indecisos), todos los partidos, menos Izquierda Democrática (ex comunistas), se sentirían deslegitimados, según admiten sus dirigentes, y habría que convocar elecciones generales anticipadas. A la crisis política resultante se podría añadir una posible crisis interna en el Fianna Fáil, el partido hegemónico en Irlanda.

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Los militantes del Fianna Fáil (Soldados del Destino), el. partido conservador e interclasista que lidera Albert Reynolds, no sienten excesivo entusiasmo por el tratado de Maastrich, muchos de ellos se han revelado contra las consignas de sus dirigentes y hacen campaña por el no. Reynolds declaró ayer que los rebeldes son una ínfima minoría, pero sus socios en la coalición gubernamental, los Demócratas Progresistas, estiman que el problema es "muy preocupante".

El debate en torno a Maastricht reúne en Irlanda características especiales. No existe, como en Dinamarca o en el Reino Unido, una corriente más o menos extendida de escepticismo frente al ideal comunitario. Aquí se discute, en realidad, más o menos lo de siempre: el aborto, y, en menor medida, las consecuencias de la unidad europea sobre la tradicional neutralidad irlandesa.

Ocurre, sin embargo, que no hay acuerdo sobre lo que el Tratado de Maastricht puede suponer en ambas cuestiones. Los antiabortistas piden el no porque asumen que la unión europea comportaría la legalización del aborto.

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