El desafío del vicepresidente San Román alarma al Gobierno golpista peruano

El nuevo régimen peruano se mostró ayer satisfecho con la reunión de cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, en la que se decidió enviar a Lima una misión para restablecer el diálogo democrático y "reevaluar" las relaciones con el país andino. El canciller Augusto Blacker destacó que no se acordaron sanciones y que sólo se deploró el golpe, pero sin condenarlo. Para el Gobierno, el principal motivo de alarma se centra en el que parece inminente retorno a Perú del primer vicepresidente, el ingeniero Máximo San Román, quien mostró en Washington su oposición al n...

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El nuevo régimen peruano se mostró ayer satisfecho con la reunión de cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, en la que se decidió enviar a Lima una misión para restablecer el diálogo democrático y "reevaluar" las relaciones con el país andino. El canciller Augusto Blacker destacó que no se acordaron sanciones y que sólo se deploró el golpe, pero sin condenarlo. Para el Gobierno, el principal motivo de alarma se centra en el que parece inminente retorno a Perú del primer vicepresidente, el ingeniero Máximo San Román, quien mostró en Washington su oposición al nuevo régimen y anunció que está dispuesto a entregar incluso su vida en la lucha por restablecer la democracia.

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El "Gobierno de emergencia y reconstrucción nacional", que preside Alberto Fujimori, salió con un ojo morado de la reunión de cancilleres de la OEA, que aplazó hasta el 23 de mayo la decisión sobre nuevas medidas. El régimen tiene ahora 40 días para mostrar al mundo, sobre todo a Estados Unidos, que puede adquirir una cierta legitimación por la eficacia en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.El diario Gestión publicó ayer un documento que envió el canciller Augusto Blacker a Fujimori, dos días después del golpe, con una lista de recomendaciones "para la creación de la nueva república peruana". Además de recomendar la liberación de detenidos, ante todo la del corresponsal de EL PAÍS, Gustavo Gorriti, Blacker sugería "buscar que se logren éxitos sin precedentes en la lucha contra las redes del narcotráfico y del terrorismo".

Mencionaba Blacker, en concreto, destruir un número importante de pistas de aterrizaje de avionetas y capturar o derribar aparatos de narcotraficantes en el Alto Huallaga, la región donde se produce el 60% de la hoja de coca del mundo.

La reunión de la OEA sirvió también para que rompiera su silencio de ocho días el vicepresidente San Román. En declaraciones desde Washington, atacó con dureza a Fujimori y calificó de "momentáneo y totalmente espurio" el apoyo actual de la opinión pública.

San Román aseguró que "hay mentiras que confunden al pueblo", y se preguntó: "¿Cómo puede decir moralizar un país una persona [Fujimori] que ha perdido la moral? ¿Cómo puede devolver la confianza al país cuando él ha defraudado esa confianza? ¿Cómo puede una persona asumir todos los poderes?".

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San Román añadió que está dispuesto a defender lo que juré "conjuntamente con el señor Fujimori: respetar la Constitución y sus leyes". "Lo haré", añadió, "aun a costa del sacrificio personal, aun a costa del sacrificio de mi vida".

La oposición de San Román plantea problemas a Fujimori, porque se trata de un político con gancho popular y no contaminado por la política tradicional peruana. Este ingeniero aportó a Fujimori el apoyo de los pequeños y medianos empresarios. San Román dirigió un mensaje en quechua al pueblo a través de Radio Programas en el que mostró su disposición a asumir la presidencia tras su retorno a Perú.

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