Tribuna:

Entre la demagogia y el cinismo

El autor descalifica la gestión del presidente peruano, Alberto Fujimori, y las justificaciones que éste ha dado a un golpe dado con la complicidad de los militares. Reconoce la existencia de graves problemas políticos, sociales y económicos en el país andino, incluso de corrupción a ciertos niveles, pero sostiene que para resolverlos hay que recurrir a los mecanismos democráticos.

Si algo ha caracterizado los 20 meses de Alberto Fujimori como presidente de Perú es la demagogia manifestada desde los primeros días de gobierno, las promesas incumplidas (por no hablar del gran cambio que d...

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El autor descalifica la gestión del presidente peruano, Alberto Fujimori, y las justificaciones que éste ha dado a un golpe dado con la complicidad de los militares. Reconoce la existencia de graves problemas políticos, sociales y económicos en el país andino, incluso de corrupción a ciertos niveles, pero sostiene que para resolverlos hay que recurrir a los mecanismos democráticos.

Si algo ha caracterizado los 20 meses de Alberto Fujimori como presidente de Perú es la demagogia manifestada desde los primeros días de gobierno, las promesas incumplidas (por no hablar del gran cambio que dio entre su programa electoral y su práctica presidencial ... ) y el cinismo permanente a la hora de criticar a todos sus oponentes y a la hora de devaluarse a sí mismo y a su Gobierno.Fujimori nunca ha sido un demócrata y nunca ha entendido la institucionalidad democrática peruana. No vamos a decir que ésta sea perfecta, tanto por su juventud como por los problemas internos, reales, que tiene pero ha sido el hasta hace un par de días presidente constitucional de Perú el que se ha encargado, día a . día, de hundir todavía más al Parlamento, a los Gobiernos regionales, a los municipios (todos ellos elegidos democráticamente), al poder judicial (donde, ciertamente, la corrupción es más notoria), al poder electoral, a la Contraloría, a los partidos... A todos, menos a las Fuerzas Armadas y a la policía que, junto con el presidente, su esposa, sus hermanos y sus cuñados, son los únicos buenos y honestos...

Fujimori y los generales se aprovechan del sentimiento generalizado de falta de eficacia de las instituciones de un Estado democrático metiendo a todos en un mismo saco, sin diferencias y sin acusaciones concretas y probadas, insistiendo el dictador en que "él no es político, sino técnico" y que, como tal, él y los generales, "sin el boicoteo de los partidos y de los políticos", van a salvar a Perú...

Está claro que por ser "técnico" entiende que no debe estar sujeto a ningún control democrático, ni del Congreso, ni de los partidos; ni del poder judicial, que a pesar de cierta corrupción que se encuentre en. algún nivel siempre ejerce una fiscalización del poder junto con los medios de comunicación. Por eso, las primeras acciones de los golpistas están dirigidas contra el Parlamento y la libertad de prensa y de expresión, desprestigiándolos, manipulando la evaluación negativa que del Parlamento y de los partidos existe en Perú.

Necesidad de autocrítica

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Desde la campaña electoral de 1990, donde salió derrotado Marío Vargas Llosa y triunfó Fujimori, se habla de la necesidad de una autocrítica de los partidos para hacer frente a los nuevos e inmensos retos. El no haberlo hecho a tiempo, el no haber recuperado representatividad política y confianza de parte de la población, ha permitido que la alianza Fujimori-militares se fuera consolidando y que no permitiera al Congreso que derogara los decretos militaristas de diciembre pasado por el presidente Fujimori, uno de los objetivos, pienso, del golpe de Estado. Y es esta falta de comprensión de los problemas reales y la falta de coherencia en la práctica política lo que permite a Fujimori continuar en su demagogia, vendiendo falsas esperanzas a la población y promesas que no cumple.

Hay que coger con pinzas los anuncios del nuevo dictador sobre un "plebiscito" en seis semanas (¿con qué contenido?, ¿con qué oposición democrática?), sobre una nueva Constitución redactada por "notables" en seis meses y sobre nuevas elecciones... Lo normal en Alberto Fujimori es que no cumpla lo que anuncia. Por eso, la opinión pública internacional, y las organizaciones, partidos y Gobiernos democráticos, no sólo deben desconfiar ante estos anuncios "democráticos" sino que deben insistir en la condena al régimen dictatorial y militar de Alberto Fujimori y respaldar la joven democracia peruana a través de sus representantes democráticamente elegidos.

Perú necesita cambios; los partidos y las instituciones tienen que cambiar; debemos ser lo suficientemente inteligentes, honestos y coherentes para conseguir unir la democracia con la eficacia y la justicia social; pero, todo ello se debe y se puede hacer en democracia.

No hay un solo caso en la historia de América Latina en que un dictador o un Gobierno militar hayan solucionado realmente los problemas del país. En su momento, los pueblos se dan cuenta de la estafa, y eso hará el pueblo peruano más allá de la actual pasividad.

Miguel Azcueta es concejal metropolitano de Lima por Izquierda Unida.

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