Crítica

Una poética itinerante

Angie KaakGalería Columela. Madrid.

Afincada en nuestro país, estajoven pintora holandesa centra su primera muestra individual en torno a un montaje caleidoscópico, construido por numerosas telas de formato reducido, que compone una suerte de mosaico a partir de un sinfín de juegos de lenguaje distintos.

Atractivo en su intención, el planteamiento resulta a la postre fallido, a mi juicio por la suma de dos errores íntimamente vinculados entre sí. Nace el primero de una selección excesivamente amplia, que incluye de modo indiscriminado, piezas de fortuna muy dispar. Condiciona...

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Angie KaakGalería Columela. Madrid.

Afincada en nuestro país, estajoven pintora holandesa centra su primera muestra individual en torno a un montaje caleidoscópico, construido por numerosas telas de formato reducido, que compone una suerte de mosaico a partir de un sinfín de juegos de lenguaje distintos.

Atractivo en su intención, el planteamiento resulta a la postre fallido, a mi juicio por la suma de dos errores íntimamente vinculados entre sí. Nace el primero de una selección excesivamente amplia, que incluye de modo indiscriminado, piezas de fortuna muy dispar. Condicionado por lo anterior, y con la dificultad añadida por la constante mutación de lenguajes que define su apuesta, el montaje acumula a su vez disonancias que empañan el efecto global de una obra que, sin embargo, posee indudables rasgos de interés. Es como si se hubieran invertido los términos y fuera el bosque, en este caso, el que no deja ver los árboles.

En otra ocasión reciente, el trabajo de Angie Kaak despertó ya positivamente mi atención con una serie de dibujos en los que se reflejaba una atractiva y muy peculiar imaginación poética, de ambiguo ingenuismo, insólita y delicada en sus hallazgos.

Faceta de dibujante

Aún cuando a la vista de esta nueva exposición -y tal vez por su frustrado planteamiento general-, sigo prefiriendo en ella la faceta de dibujante, una mirada atenta y selectiva permite descubrir también, entre estos cuadros, numerosos destellos de su peculiar y sugerente inventiva. Con la caprichosa levedad de un juego -más sofisticado, sin duda, de lo que aparenta-, las imágenes de Angie Kaak nacen de un proceso de metamorfósis cuyos ecos abarcan desde la memoria de las ilustraciones para narraciones infantiles hasta la referencia a ciertas vanguardias históricas, desde los guiños irónicos a las exploraciones de corte surreal.Mas su interés no reside tanto en esa misma movilidad como en la capacidad de la artista para adentrarse ocasionalmente en una determinada convención, a menudo conceptuada como menor, y extraer de ella una extraña resonancia lírica.

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