Cartas al director

Blanqueo en masa

Porque así se ha acordado, los españoles ahora somos europeos. Europeos de derecho, mejor dicho de oficio, como si nos hubieran bautizado a todos de golpe y nos limpiaran de nuestros más rancios pecados peninsulares. Ha sido una operación de blanqueo en masa, pero la pata negra ibérica se nos sigue viendo bajo la pernera del pantalón y la Europa moderna nos sigue mirando de reojo y con! desconfianza.¿A qué altura de consideración nos puede situar una frontera como la de Tui, convertida en una auténtica pocilga llena de charcos de escurridos salitrosos de pescado, de sangre de hígado de tiburón...

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Porque así se ha acordado, los españoles ahora somos europeos. Europeos de derecho, mejor dicho de oficio, como si nos hubieran bautizado a todos de golpe y nos limpiaran de nuestros más rancios pecados peninsulares. Ha sido una operación de blanqueo en masa, pero la pata negra ibérica se nos sigue viendo bajo la pernera del pantalón y la Europa moderna nos sigue mirando de reojo y con! desconfianza.¿A qué altura de consideración nos puede situar una frontera como la de Tui, convertida en una auténtica pocilga llena de charcos de escurridos salitrosos de pescado, de sangre de hígado de tiburón y de otras especies marinas, que despiden una pestilencia insufrible, y donde, llegados los rigores del verano, en plena efervescencia turística, se dan escenas propias de El cielo protector, película rodada en Argel, con temática de la obra de Paul Bowles, donde las numerosísimas moscas reducían a las personas a la categoría de croquetas?

En la aduana de Tui parece ser que nadie prohíbe que los camiones isotérmicos viertan todo tipo de aguas, ni se denuncia la situación a Sanidad, a Tráfico ni al Ministerio de Transportes, ni nadie actúa en este sentido impidiendo que estos camiones vayan regando el territorio patrio con sus esencias.

La desorganización y la cochambre han formado secularmente parte de nuestro paisaje diario, y a fuerza de cotidianidad se nos ha hecho familiar; y en estas circunstancias es muy difícil darse cuenta de la cantidad de mierda que nos rodea.

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Una bofetada de tercermundismo le es propinada al ingenuo aventurero que osa atravesar nuestras fronteras, produciéndole al forastero una conmoción que dificilmente se borrará de su memoria, por muy lejos que luego se encuentre de nuestra maloliente piel de toro, todavía sin curtir.-

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