Izquierdistas se manifiestan en Praga contra el baile de la Ópera

Cientos de anarquistas y jóvenes de la izquierda alternativa lograron incomodar seriamente al millar de asistentes al baile de la ópera de Praga realizado el sábado por la noche, lanzando tomates y naranjas podridas sobre los trajes de etiqueta.El baile, una antigua tradición del Imperio austro-húngaro con más continuidad histórica en Viena que en Praga, fue el primero celebrado desde que se inició el régimen comunista checoslovaco, en 1948. A la entrada del teatro Smetana, cercano a la plaza de San Wenceslao y vecino al Parlamento federal, se apostaron decenas de policías que no lograron cont...

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Cientos de anarquistas y jóvenes de la izquierda alternativa lograron incomodar seriamente al millar de asistentes al baile de la ópera de Praga realizado el sábado por la noche, lanzando tomates y naranjas podridas sobre los trajes de etiqueta.El baile, una antigua tradición del Imperio austro-húngaro con más continuidad histórica en Viena que en Praga, fue el primero celebrado desde que se inició el régimen comunista checoslovaco, en 1948. A la entrada del teatro Smetana, cercano a la plaza de San Wenceslao y vecino al Parlamento federal, se apostaron decenas de policías que no lograron controlar a los manifestantes, a los que se unieron también grupos de cabezas rapadas.

Dos de los jóvenes manifestantes abrieron una pancarta que decía: "El terciopelo tapa las injusticias", haciendo a ilusión al inicio del proceso democrático checoslovaco, conocido como la revolución de terciopelo. Mientras llegaban caravanas de taxis Mercedes Benz parte de la nueva flota de los hoteles de lujo de Praga trayendo a los invitados extranjeros, la multitud les gritaba: "Dinero sucio, dinero sucio". Otros les lanzaban frutas des compuestas. Uno de los cientos de curiosos criticaba al público asegurando que "éstos son los que se hicieron ricos afuera y piden sus palacios de vuelta". Se refería a la petición de unos 400 aristócratas y nobles residentes en Austria que demandaron conjuntamente la restitución de sus castillos, palacios y tierras en Bohemia.

Havel dijo no

El baile, que simbolizaba para algunos la nueva era de la sociedad praguense, no logró impresionar lo suficiente al presidente checoslovaco, Václav Havel, que se negó a ser el anfitrión del mismo y no dio explicaciones por su ausencia. Sin embargo, ese honor fue aceptado sin demora por Ivana Trump, la ex esposa checa del multimillonario norteamericano en aprietos financieros Donald Trump. Acudió también el actor Peter Ustinov.El público era una mezcla de nuevos ricos, extranjeros y la aristocracia local, que después de 40 años de igualdad sacaron a relucir títulos, condecoraciones y trajes de gala. La Trump fue el personaje más visible de la noche, desplegando su habitual exuberancia de colores y accesorios. El precio de las entradas para extranjeros, un 20% del público, era aproximadamente 15.000 pesetas, un sueldo medio en la República checa. Los checos pudieron obtenerlas por 2.000 pesetas, y los estudiantes, por 1.000. El organizador, Friedemann Riehle, dijo que pese a los precios rebajados fue difícil atraer a los jóvenes porque "no tienen el vestuario adecuado".

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