Inaugurado en Francia, 120 años después de su construcción, el teatro Imperial de Compiègne

El otoño de 1991 ha conocido la inauguración en la ciudad francesa de Compiègne, a 80 kilómetros de París, de un teatro edificado 120 años antes. En 1867, al mismo tiempo que fracasaba su aventura colonial en México, el emperador Napoleón III decidía encargar al arquitecto Ancelet la construcción de un teatro. El emperador y Eugenia de Montijo, su esposa, querían convertir Compiègne en un Versalles adaptado a la euforia burguesa del momento. Y el teatro del que disponían para distraer a sus amigos mariscales, ministros, príncipes, embajadores, millonarios y artistas, levantado en época de ...

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El otoño de 1991 ha conocido la inauguración en la ciudad francesa de Compiègne, a 80 kilómetros de París, de un teatro edificado 120 años antes. En 1867, al mismo tiempo que fracasaba su aventura colonial en México, el emperador Napoleón III decidía encargar al arquitecto Ancelet la construcción de un teatro. El emperador y Eugenia de Montijo, su esposa, querían convertir Compiègne en un Versalles adaptado a la euforia burguesa del momento. Y el teatro del que disponían para distraer a sus amigos mariscales, ministros, príncipes, embajadores, millonarios y artistas, levantado en época de Luis XV, se les había quedado pequeño.

Ancelet creó una sala clásica y proporcionada. Encargó pinturas a Delaunay, grandes espejos para cubrir las paredes y reflejar la luz, 11 enormes lámparas, amén de 1.100 butacas de madera forradas de terciopelo. En 1870 los pintores estaban ya a punto de empezar a cubrir de oro todas las maderas cuando Eugenia de Montijo y un ministro belicista convencen al emperador: hay que declarar la guerra a Prusia. La derrota llega rápido y el imperio da paso a la III República después del episodio terrible de la Comuna. Ni las lámparas, ni el oro, ni el telón, ni las butacas, tienen ya sentido alguno. Ancelet morirá sin ver acabado el teatro. La emperatriz también. Y Gautier, Flaubert, Vigny, Messonier, Verdi, Gounod, Pasteur, Delacroix, Saint-Beuve, Dumas, Doré y todos cuantos conocieron la corte imperial.

La casa de los pájaros

En 1987 Pierre Jourdan, creador del Théâtre Français de la Musique y director del mismo, busca un local para su proyecto de reivindicación de los compositores galos posbarrocos. Alguien le habla de Compiègne. Cuando consigue entrar se encuentra "con unos muros sublimes. Pero sólo con los muros. Aquello se había convertido en la casa de los pájaros", explica Jourdan, que, sin embargo, supo enseguida que ya no tenía que seguir buscando.El pasado septiembre, ante 900 espectadores que habían pagado 3.000 francos franceses (casi 60.000 pesetas) y esperado 120 años, se levantó el telón y la orquesta hizo que sonaran las primeras notas de Henry VIII, una ópera de Camille Saint-Saëns que no se ha visto en París desde 1919. "Entre los objetivos del Théâtre Français de la Musique figura el resucitar obras poco conocidas u olvidadas. Y hay muchas entre el patrimonio francés, porque durante muchos años a nuestra intelectualidad le ha parecido muy chic considerar que toda la música francesa es una mierda. Es obvio que es falso", afirma Jourdan.

"Éste es un teatro privado. El edificio pertenece al Estado, pero nosotros se lo hemos alquilado después de presentar un plan de restauración y explotación. Recibimos ayudas económicas de los poderes públicos -la SEP (empresa que fabrica los cohetes Arianne), Eurotunnel (la sociedad que ha construido y explotará el túnel bajo el canal de la Mancha) o del Crédit Lyonnais, entre otros- Un 60% procede del sector público y un 40% del privado: tenemos acuerdos con Le Chant du Monde para grabar todos nuestros espectáculos y distribuirlos en disco compacto. Hemos creado una productora propia, que colabora con una sociedad de vídeo de la región para rodar una película de cada montaje".

'Week-ends' culturales

Esta primera temporada consta de dos óperas y 20 conciertos Jourdan quiere crear el hábito de los week-ends culturales, ofreciendo dos montajes distintos entre sábado y domingo, coordinando su oferta con hoteles, restaurantes y museos. Sabe que en 1993 parte de las ceremonias de inaugruación del túnel bajo el Canal se harán en su teatro y que "la Reina de Inglaterra visitará Compiègne".La acústica del local ha sido muy elogiada por algunos grandes especialistas. "Carlo Maria Giulini la considera como una de las mejores del mundo, incluso mejor que la del Musikverein de Viena", concluye Jourdan.

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