Victoria de ecologistas y ahorradores

Los ecologistas se dieron el primer susto en febrero de 1990. El proyecto del tramo norte de la M-40, proyectado por el entonces Ministerio de Obras Públicas, mordía unos tres kilómetros del paraje natural del monte de El Pardo. Los conservacionistas y la coalición IU se unieron en una plataforma para intentar convencer a la Administración para que invirtiera los 36.000 millones del trazado en trenes de cercanías.Un año después fue el ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, el que se llevó el susto. Su compañero de Hacienda, Carlos Solchaga, ordenó recortes masivos, y Borrell t...

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Los ecologistas se dieron el primer susto en febrero de 1990. El proyecto del tramo norte de la M-40, proyectado por el entonces Ministerio de Obras Públicas, mordía unos tres kilómetros del paraje natural del monte de El Pardo. Los conservacionistas y la coalición IU se unieron en una plataforma para intentar convencer a la Administración para que invirtiera los 36.000 millones del trazado en trenes de cercanías.Un año después fue el ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, el que se llevó el susto. Su compañero de Hacienda, Carlos Solchaga, ordenó recortes masivos, y Borrell tenía que prescindir de unos 100.000 millones de pesetas. El tramo de la M-40 cuestionado representaba un tercio del sacrificio económico.

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En ese intervalo, el ministerio preparó varios proyectos con soluciones alternativas al trazado que afectaba al monte. Una de ellas consistía en construir un túnel bajo la tapia. Otra, paralela a la valla, se llevaba por delante tres chalés de lujo. Una tercera tomaba de referencia la avenida de Valdemarín, que resultaba demasiado estrecha para una autovía de tres carriles por sentido.

El consejero de Política Territorial, Eduardo Mangada, apostaba por cualquiera menos por la primera y tomó la tapia como referencia sagrada. Pero ésa era la alternativa que prefería el ministerio.

En febrero de este año, después de múltiples reuniones entre el ministerio, el Ayuntamiento y la Comunidad, el MOPT da el paso y elige dos de las tres opciones en juego: un trazado de ¡da bajo la tapia y uno de vuelta por Valdemarín.

Los ecologistas siguieron protestando. La Comunidad de Madrid empezó a ceder: "El cierre norte no es prioritario", comentó el consejero de Transportes. Felipe González le dijo al alcalde que ni los recortes de Solchaga impedirían cerrar la M-40. Pero Borrell, al final, cogió la goma de borrar.

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