Profesionales y 'pasotas'

Bartolorné / Manzanares, Rincón, Joselito

Toros de Felipe Bartolorné, tres rechazados en reconocimiento, bien presentados y flojos; 4º, mansurrón, 5º, encastado. 1º y 2º de Manuel Alvarez, de desigual presencia, mansos y escasos de fuerzas. 3º, sobrero de Murube (en sustitución del hierro anunciado, devuelto por inválido), manso y flojo. 6º de Andrade, bastote y descastadísimo, que fue condenado a banderillas negras. José Mari Manzares: silencio; bronca. César Rincón: oreja; dos orejas. Joselito: ovación; silencio. Plaza de Talaver...

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Bartolorné / Manzanares, Rincón, Joselito

Toros de Felipe Bartolorné, tres rechazados en reconocimiento, bien presentados y flojos; 4º, mansurrón, 5º, encastado. 1º y 2º de Manuel Alvarez, de desigual presencia, mansos y escasos de fuerzas. 3º, sobrero de Murube (en sustitución del hierro anunciado, devuelto por inválido), manso y flojo. 6º de Andrade, bastote y descastadísimo, que fue condenado a banderillas negras. José Mari Manzares: silencio; bronca. César Rincón: oreja; dos orejas. Joselito: ovación; silencio. Plaza de Talavera, 21 de septiembre. Primera de feria. Lleno

César Rincón prosigue su particular descubrimiento y conquista de la España taurina, a la que se va ganando con su honradez profesional y bizarra entrega novilleril. La antítesis de un Manzanares pasota, que suele actuar bajo la ley del mínimo esfuerzo. Al final del festejo, Rincón era izado a hombros y sacado en volandas por la puerta grande, y, Manzanares sorteaba con habilidad las almohadillas.

En esta corrida Rincón arrambló a sus compañeros de terna por sus ganas de triunfo. Se lució con embraguetadas verónicas ganando terreno en ambos enemigos, y al mansote primero, le extrajo en el mismo platillo el poco juego que llevaba dentro a base de obligarle a seguir el señuelo hasta que el mostrenco se rajó. Pero donde puso el cotarro fue en el bravo, aunque flojo, quinto; ahí se jugó la vida. La luminaria de su arte llegó unida al valor, pues aguantó un par de espeluznantes coladas, a las que respondió con un improvisado molinete y una trincherilla.

Manzanares ensayó derechazos, inasequible al desaliento y a las protestas del público por la mingurria de su anovillado e inválido enemigo que abrió feria. El cuarto, con algo más de fuerza, le desarmó de salida, y cuando el alicantino le aplicaba con apatía su monótono unipase el bicho se le coló, y Manzanares le respondió asacteándolo feamencon la espada.

Joselito fue la moderación entre ambos extremos. Echó cierta sandunga y mucha facilidad frente al renqueante y gazapón primero, y despenó con rapidez y eficacia al imposible y bastote sexto.

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